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¿POR QUÉ GOBIERNOS DE IZQUIERDA HACEN POLÍTICAS “NEO”LIBERALES?

Cochabamba, Julio de 2014

En Venezuela, Maduro y los chavistas discuten si aplicarlas o no, y en Argentina, la Cristi siempre ha tenido sus dudas; pero son políticas que desde hace años aplican los gobiernos de Ortega en Nicaragua, Lula & Dilma en Brasil, Santos en Colombia, Correa en Ecuador, Humala en el Perú, Morales en Bolivia, Tabaré & “Pepe” en Uruguay, por ejemplos.

“Neo” liberales significa más o menos inspiradas en el Consenso de Washington (CdeW) de los años ’90, una lista de “recomendaciones de política”, que por entonces los burócratas del FMI y el Banco Mundial vieron como “viables y sostenibles”; es decir: aceptables por los principales actores.

Son 10, y se resumen así: (1) Disciplina fiscal y presupuesto en equilibrio; (2) priorizar el gasto público: en medicina básica, educación primaria, infraestructura; (3) impuestos: bajar tasas para subir recaudación; (4) tipos de interés: libres; (5) tasa de cambio: “competitiva”; (6) sustituir barreras cuantitativas a las importaciones por aranceles, y luego reducirlos de a poco hasta 10 % o 20 % promedio; (7) alentar toda inversión extranjera directa; (8) privatizar empresas estatales; (9) eliminar barreras legales a la entrada y salida en los mercados; (10) reforzar derechos de propiedad. Hasta aquí el CdeW.

Las principales razones de los Gobiernos socialistas para hacer estas políticas, son cuatro:

(I) La primera es que el marxismo económico ya lo hicieron: lo aplicaron hasta donde se podía, entre los años 1930 y 1970 más o menos, en casi todos los países del mundo.

Marxismo económico es aquel “Programa Mínimo” del “Manifiesto Comunista” de 1848, redactado por Marx & Engels. Constaba de 10 puntos, que conviene recordar: (1) La “Reforma agraria”, (2) el impuesto progresivo a los ingresos, (3) el impuesto a las herencias, (4) la estatización de las grandes empresas, y compañías extranjeras, (5) el banco central con su monopolio de emisión, (6) transportes del Estado, (7) empresas de propiedad estatal, e industrias y comercios bajo control del Gobierno, (8) leyes salariales y sindicales, (9) impuesto a las ganancias extraordinarias, (10) educación pública socializada.

Esto es comunismo, si bien en “grado mínimo”, según Marx y Engels. Hay que agregar la medicina socializada, punto que vieron ellos “muy avanzado” para un programa “mínimo”. Y el asunto es que ya hicieron todo esto, desde hace años; y muchas de estas políticas están vigentes y se ven normales, corrientes, incluso parte integral e intocable del sistema “capitalista”.

El “laissez faire” ya no existe; porque los socialistas lo suprimieron hace mucho tiempo, y en cambio impusieron su dictadura estatal a la economía. Aunque sólo hasta cierto punto: el punto en el cual ya más no pueden “avanzar” sin caer en la tragedia del parásito que mata al organismo hospedario. Ir más allá sería exterminar al 100 % la producción. Lo cual casi pasa en los años ‘70 con el “cepalismo”, y por eso retrocedieron en los ’90: privatizaron según el CdeW, cediendo en los puntos 4 y 7 del Manifiesto. Dos pasos atrás, para luego tres adelante, dijo Lenin.

Las izquierdas enfrentan el dilema del parásito: tienen que comer, entonces alguien tiene que producir. Así que a lo menos “por ahora” como dijo Chávez, los socialistas han pactado con los mercantilistas, viejos y nuevos, respetar sus privilegios, a cambio de seguir produciendo bajo las condiciones dictadas por los socialistas, que comen de los altos impuestos que pagan ellos y la clase media. Y para eso, el CdeW es funcional.

(II) Segunda razón: las políticas del Cde W no son muy liberales; es sólo un remedio para los peores resultados del “cepalismo” de los años ’70, o sea el barril sin fondo de las empresas estatales, y la diluvial impresión de billetes, cuyos efectos pretendían “contener” con medios groseros: controles de precios, de cambios y tipos de interés. Hasta ahí. Pero el CdeW no es incompatible con un “Gran Estado” educador, médico, bancocentralista y reglamentarista. No figura la triple reducción del Gobierno en funciones, en poderes, y en gastos, como sería si de verdad el listado se hubiese inspirado en el Liberalismo Clásico.

Es un ticket de salida de aquel viejo estatismo salvaje de Allende, Cámpora, J. J. Torres, Velazco Alvarado y Alan García I, y de entrada a un estatismo más “prolijo”, social-mercantilista: en el contexto del “Pacto Social” con los empresarios mercantilistas, nacionales o extranjeros. Por eso ya en los ’años 90 estas políticas fueron seguidas por los líderes y Gobiernos surgidos de los partidos nacio-populistas y de izquierdas, todos anti-liberales, como el PRI en México, el APRA en Perú, el MNR y el MIR en Bolivia, el Peronismo en Argentina, etc. ¡Porque nada tiene de liberalismo el CdeW! Debe llamarse “Neo” mercantilismo; o mejor aún: “Neo” estatismo.

(III) La tercera razón es estratégica: adoptando la Izquierda oficialista el CdeW desde el gobierno, le quita las banderas a la oposición, que de por sí ya es muy inepta y discapacitada, pero de esta manera se queda totalmente desorientada, paralizada y muda, catatónica, sin saber qué hacer, qué pensar ni qué decir. Así los Presidentes del Foro de Sao Paulo son reelegidos sin mayor dificultad.

(IV) Por fin la cuarta: el CdeW es 100 % compatible con el marxismo cultural, la prioridad No. 1 de estas Izquierdas de ahora. El marxismo cultural es esa enorme tarea destructiva, aunque ya no de la economía sino del matrimonio, la familia (aborto, eutanasia, matrimonio homosexual etc.), la religión, el “medio ambiente”, la cultura, los “derechos humanos” torcidos, el racismo (antiblanco), el asunto del lenguaje “deconstruido”, el adoctrinamiento en la escuela; en fin, toda esa “política correcta” del Socialismo del Siglo XXI. Para esa tarea, es mejor tener “estabilizada” la economía y “prolija”; ¡para eso sirve el CdeW!

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