Agosto 2019
Para hacerse con éxito, y ser duraderas, las reformas económicas requieren ser acompañadas de reformas en política, educación, salud etc. Y para eso se necesitan partidos políticos, en lo posible “completos”: ideológicos, representativos, programáticos y electorales; y muy bien estructurados e implantados, y comprometidos a fondo con la transición. De otro modo, las reformas no se hacen, o son revertidas luego, como en nuestra América.

Para una empresa, hay dos vías que llevan a la cima del éxito: una es la buena relación precio-calidad de lo que ofrece, y leal competencia, en mercados abiertos. La otra es la buena relación de “amistad” con los Gobiernos, para obtener favores “especiales”.
La primera es la vía del capitalismo liberal; la otra es la del capitalismo mercantilista o simplemente “mercantilismo”. El economista Luigi Zingales trata el tema en su libro A Capitalism for the People: Recapturing the Lost Genius of American Prosperity, de 2012. El título se traduce al español como “Capitalismo para el pueblo”. Pero la expresión “Capitalismo popular” ha sido muy desvirtuada por los politiqueros (mercachifles de la política) de la “derecha mala”; por eso es mejor “capitalismo para todos”, opuesto al “mercantilismo” que es “capitalismo para los amigotes”.
Un buen empresario puede llegar a la cima por la vía ética; pero una vez que su empresa se hizo grande, si se hace amigote de los politiqueros estatistas, puede “patear la escalera”, para que nadie más pueda elevarse y desplazarle. Así se convierte en mercantilista, anota Zingales.
A los liberales clásicos, partidarios de la libre competencia y los mercados abiertos, Zingales nos tiene un importante mensaje: el libre mercado es un “bien público”. No es un “bien privado”, como p. ej. una bebida gaseosa. (1) En los bienes privados hay “rivalidad” en el consumo: esa lata de refresco que yo me tomo, no la puede tomar otro. Y es “posible la exclusión”: el vendedor no le vende refrescos a quien no paga por ellos. (2) En los bienes públicos en cambio, p. ej. una patrulla policial que haga la ronda por un vecindario, la seguridad que gana el vecino A, no disminuye la de su vecino B. Y si B no paga, no hay forma de “excluirlo” de la seguridad que brinda la patrulla.
Los bienes públicos no tienen dolientes entre los empresarios; de allí que lo normal es que no se paguen con precios sino con impuestos, no siendo las empresas sino los Gobiernos encargados de proveerlos: seguridad, justicia y obras de infraestructura.
¿Y los mercados? ¿Quién se encarga de mantenerlos abiertos, cuidando que los mercantilistas no saquen ventajas indebidas, contrarias a la competencia ética? Hay dos posturas: (1) los estatistas dicen “el Estado”, con leyes antimonopolios y comisiones pro-competencia; (2) los liberales clásicos decimos que no: para combatir los monopolios y evitar las ventajas monopolísticas, simplemente los Gobiernos deben abstenerse de concederlas a sus amigotes. Y esas leyes son malas, y las comisiones arbitrarias son siempre capturadas por los mercantilistas, en su provecho.
No es “el Estado” quien ha de defender al capitalismo liberal, sino los partidos políticos de derecha liberal. No existen aún en América Latina, pero sí en otras latitudes, como p. ej. el Sudeste asiático. Gracias a Dios, la realidad nos da unos ejemplos muy buenos en “los cuatro tigres”:
(1) En Taiwan (Formosa), China insular capitalista, el viejo y glorioso Kuomintang o KMT (Partido Nacionalista Chino) fundado por el Dr. Sun Yat-sen en la Revolución de 1911, quien fue el líder hasta su fallecimiento en 1926. Le sucedió el general Chiang Kai-shek. El Partido creó bancos y empresas, además de emisoras de radio y TV. Como buen partido pro capitalismo, se financia con sus empresas privadas; y de modo legal y transparente, no por “bajo la mesa” y con sus testaferros, como algunos partidos hacen aquí en la República Popular de Banania. A la muerte de Chiang Kai-shek en 1975, su hijo Chiang Ching-kuo asumió el liderazgo del partido, y de sus empresas, hasta que falleció en 1988. Su sucesor, Lee Teng-hui fue el primer taiwanés nativo que lideró el partido.
(2) En Singapur tenemos al Partido Acción Popular PAP, fundado por Lee Kuan Yew, Premier desde 1959 hasta 1990. Su actual Secretario General y Primer Ministro es su hijo Lee Hsien Loong, que en 2004 sucedió a Goh Chok Tong, segundo Premier de Singapur.
(3) En Corea del Sur tenemos varios partidos pro capitalismo; p. ej. el conservador Saenuri, fundado en 1963 por Park Chung Hee como P. Democrático Republicano PDR, y recreado en 1997, como una alianza con el P. de la Justicia Democrática, de Roh Tae-Woo, y el P. Democrático Liberal, de Kim Young-Sam.
(4) En Hong Kong hay un “Consejo Legislativo”, donde hay varios partidos pro capitalismo: Alianza Democrática (DAB) y el Partido Liberal (LP). Gremios empresariales, sindicatos y otras entidades también están representados en este Parlamento. A esta democracia le llaman “corporativa”, lo cual no se opone a “representativa”; y lo bueno es que lo hacen de manera legal y transparente, no por “debajo de la mesa” al modo lobista.
Los auto-llamados “tanques de pensamiento” liberales sienten un olímpico desprecio por la política y los partidos; ni mencionan esos temas. Ellos libran “la batalla de las ideas”, dicen, no de la política. Por eso hablan sólo de Mises y Hayek, nunca de Chiang Kai-shek o de Park Chung Hee. Pero a ver, (1) “la batalla de las ideas”, de los argumentos, en el campo académico, fue librada y ganada hace muchas décadas, entre otros por los economistas vieneses de las dos generaciones primeras: Carl Menger, Böhm-Bawerk y Wieser; y luego Mises y Hayek.
¿Cómo es que ahora los “tanques” pelean una batalla ya peleada y ganada hace tanto tiempo, como lo admitieron algunos perdedores, p. ej. el marxista Oskar Lange? Es como si los rusos hoy nos dijeran “estamos peleando la batalla de Kursk”, ganada contra los alemanes, hace harto tiempo, en 1943.
(2) La batalla que se libra hasta hoy día, es “la batalla de la opinión pública”. En esta lucha no se esgrimen argumentos académicos, sino breves consignas, y discursos simples pero de gran alcance e impacto popular. No es una batalla para “tanques de pensamiento” sino para partidos políticos, como estos que nombramos como ejemplo, en los “Cuatro Tigres”.
Por otra parte, ¿cómo suponen los “tanques”, tan sesudos, que las ideas de la Escuela Austríaca se han llevado a la práctica en estos países orientales, si no es con partidos políticos? ¡Por favor! Claro, quizá los tanques son un poco remilgosos porque a estas democracias de Asia, las izquierdas les reprochan sus rasgos “autoritarios”. ¿Eso es cierto? ¿Hay rasgos “autoritarios”? Por supuesto que sí. ¿Cómo se supone que hay crecimiento económico y prosperidad, sin evitar que los socialistas (que además de autoritarios son “totalitarios” y violentos), se hagan con el poder y hundan a la gente y a países enteros en la pobreza y la miseria, como en Cuba bajo los Castro, en Chile bajo Allende, y ahora en Venezuela? ¡Por favor!
# Tanques de acción política
Los “tanques de pensamiento” liberales nos muestran casos de países cuyas economías, arruinadas por el socialismo, experimentaron recuperaciones casi “milagrosas” en pocos años, con soluciones de libre mercado. Hasta aquí todo bien, excelente.
Pero jamás nos hablan de los “tanques de acción política”, los partidos que hicieron el arduo, paciente y penoso trabajo de formar y capacitar a los líderes y cuadros medios, luego convencer a la opinión pública para conseguir votos, en agotadoras campañas electorales; y después, ya desde Gobiernos y Parlamentos, sostener con fuerza esas políticas, contra la tenaz oposición de factores contrarios.
Te invito a leer lo siguiente, para hacer justicia.
(1) Detrás del famoso “milagro alemán” de la II Posguerra, estuvo el Partido Demócrata Cristiano, fundado en 1945 por un acuerdo entre los líderes protestantes del norte y católicos del sur. Sin su firme y denodado apoyo, el Canciller Adenauer y su Ministro de Finanzas Ludwig Erhard, aliados a los liberales, no hubieran podido abrir las compuertas de la economía, contra la opinión de los medios, las Universidades y los representantes de potencias aliadas, que pretendían una alianza de la DC con los socialdemócratas, y un “modelo mixto”.
(2) El “milagro italiano” se atribuye al economista liberal Luigi Einaudi, segundo Presidente de la República. Es correcto. Pero Einaudi se apoyó en el Partido Liberal, el de su antecesor en el cargo, Enrico De Nicola. Y en la Democracia Cristiana, que como “Partido Popular” fundó en 1919 el cura Don Luigi Sturzo, y en 1943 refundó Alcide De Gásperi, Presidente provisional en 1946; Italia no se habría podido recuperar sin su triunfo electoral, tras la agitada y terrible campaña de 1948, contra el Pacto socialista-comunista. En esos días los católicos no se iban todos por la izquierda, y los liberales no eran anticlericales o anticristianos.
¿Y cómo después sostuvieron el PDC y el PL sus políticas de libre mercado, contra la implacable propaganda de izquierdas? ¡Ese fue el “milagro”! De Gásperi tiene su causa de beatificación en las oficinas vaticanas.
(3) En Japón, la recuperación económica se debió al Partido Liberal, fundado en 1945 por Shigeru Yoshida, cinco veces Primer Ministro entre 1946 y 1954. En 1953 sufrió una división, liderada por su rival interno, Ichiro Hatoyama, que fundó el Partido Democrático; pero en 1955, para combatir a los crecientes y agresivos partidos socialista y comunista, se unificaron en el Partido Liberal-Demócrata, que fue dominante. El PLD hizo “fusionismo” de libre mercado con conservatismo político, social y moral; pero en los ’70 y ‘80 se hizo muy estatista, y la economía perdió su empuje.
(4) En Inglaterra, tras la I Guerra Mundial, el Partido Liberal, para competir con el Conservador, se copió de los laboristas. Pero si hay originales, ¿quién quiere copias? Los laboristas desplazaron a los liberales, y en 1945 treparon al poder; y en su letal “Pacto Social” con los conservadores, hundieron el país. Pero Margareth Thatcher, admiradora del economista Friedrich Hayek, por fortuna no siguió su fatídico consejo de huir de la política, y en 1959 se hizo congresista.
El resto es una historia de éxito: Thatcher conquistó para el liberalismo a los jefes de su Partido conservador, no fue fácil; y luego a sus bases, más difícil aún. Sin embargo, en 1975 ganó el liderazgo partidista, y la jefatura de la oposición al Gobierno laborista surgido tras la apretada elección de 1974. Como enseña la Biblia en el caso de David, encabezó la oposición, antes de ser Gobierno.
En 1978, el Premier James Callaghan anunció que ese año no habría elecciones generales sino el siguiente; desde su banca, Thatcher les gritó “gallinas” a los laboristas, porque estaba lista para el combate, y comenzó su campaña informalmente, muy bien asesorada en publicidad y mercadeo por la agencia Saatchi & Saatchi. A principios de 1979 el oficialismo perdió una moción de confianza, y se convocó a comicios. Thatcher apeló a “la mayoría silenciosa”; así el Partido Conservador ganó con un cómodo 44 % de los votos, y bancas de sobra para hacer mayoría en los Comunes, y ella se convirtió en la primera Premier en la historia del Reino Unido.
(5) En los años ’40, Ronald Reagan era un actor, de izquierdas, como casi todos sus colegas. Pero en los ’50 comenzó su giro a la derecha, que completó en las elecciones de 1964, cuando Barry Goldwater compitió con los estatistas de su partido por la candidatura republicana, y después con los estatistas demócratas por la Presidencia. Ganó Lyndon Johnson, pero Reagan ganó enseñanzas de ese fracaso, y destacó su discurso “Tiempo de Elegir”, entre socialismo y capitalismo, usando con brillo la táctica de la “polarización”: hay que decidirse, por una cosa o por la otra. “¡Y es tu decisión!”
Una vez alguien se burló de Reagan, calificándole de “un tonto simpático”. Simpático era, pero no tonto: también admirador de Hayek, tampoco siguió su mal consejo. En 1966 ganó la Gobernación de California, y fue reelecto en 1970. Falló después dos veces para tener la nominación presidencial del Partido Republicano, pero la tuvo en 1980. Y ganó, con una campaña de propuestas concretas, aunque explicando sus bases ideológicas netamente liberales clásicas; afortunadamente el “libertarianismo” de Rothbard era todavía muy marginal, y por tanto no podía hacer daño.
Conclusión: los buenos economistas nos enseñan libre mercado, pero no cuentan que cuando lo hubo, fue por la acción decidida e inteligente de líderes y partidos de derecha que lo asumieron como tarea; y que cuando no lo hubo, fue por ausencia, falta de apoyo, ineptitud o cobarde renuncia a esa labor.
En 2001, la editora Free Press publicó un libro: Reagan, In His Own Hand (“Reagan en sus propias palabras”). Es una colección de 270 ensayos de Reagan, escritos de su puño y letra, en su mayoría como libretos para sus programas radiales, auspiciados por la empresa General Electric, por 8 años, entre 1954 y 1962. En sus escritos descubrimos que Reagan fue un intelectual, con sólida formación, si bien autodidacta (Steve Hanke: “Reagan, el intelectual”, ElCato, 21 de febrero de 2001). Y que a diferencia de Hayek, no veía contradicción entre ser un intelectual, con buen manejo de buenas ideas, y a la vez poder comunicarlas a la gente corriente, aspirando al servicio público, para ponerlas en práctica. Los liberales hablamos de política y economía, no de Física Cuántica o Biología Molecular. ¿Qué clase de intelectual debe encerrarse en alguna torre de marfil académica, incapaz de transmitir su mensaje a los electores?
Los “tanques de pensamiento” tienen al liberalismo en el puro pensamiento; hasta ahora lo que prevalece en nuestra América y casi en todo el mundo, son las izquierdas. Pero el marxismo es un disparate, y el socialismo una feroz tiranía. ¿Y por qué la gente cree, y vota por ellos? Porque hasta aquí los liberales no han traducido las “ideas de la libertad” en un plan de Gobierno concreto, para seducir a los partidos existentes, o crear y empujar otros nuevos, a mediano plazo, y comunicarlas con éxito a los votantes, quitando el poder a las izquierdas.
En Europa, Japón y EE.UU. lo hicieron aquellas “derechas buenas”, como les llamamos. Ahora, con ayuda de Dios y apoyo de un creciente número de liberales prácticos de varios de nuestros países, lo intentamos nosotros los del Foro Liberal de América Latina. Puedes consultar nuestra “Web amarilla”, y sumarte al proyecto. Como Reagan lo dijo: “¡Es tu decisión!”
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Crédito de la imagen: Arquitectural digest magazine
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