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DERECHA CONTRA IZQUIERDA PRINCIPIOS, VALORES, Y ESTRATEGIAS

Actualizado: 3 nov 2020




El Movimiento por las Cinco Reformas es de naturaleza política; y la buena política comienza por declarar y precisar con claridad los principios y valores que la guían, sirviendo como IDENTIFICADORES, tanto de sus fines, como de los medios conducentes a su logro.


I

Los principios y valores no son sólo para libros y declaraciones; son para concretarse en la práctica. Y es mediante acción política inteligente, antes que todo con un programa, como nuestras Cinco Reformas, en el contexto de un proyecto político, la Gran Devolución. Con partidos o movimientos, grupos y activistas, adhesiones y líderes. Y estrategias adecuadas. Los “tigres” de Asia y los “leones” de África están en el proceso de transición de socialismo a capitalismo, algunos desde hace tiempo, siguiendo los pasos de los países de la Europa excomunista; y de todos ellos tomamos lecciones.


Una de las más valiosas es que a la izquierda se le combate con la unidad de las fuerzas contrarias; pero la unidad firme y duradera no es en torno a personalidades, o a “las ideas de la libertad”, sino a un programa concreto y un proyecto específico para conquistar la libertad. Así hemos logrado con éxito la unidad de liberales, “libertarios”, conservadores, “patriotas”, etc., y de católicos, evangélicos, judíos y no creyentes, gentes de muchos matices; salvo con quienes no desean adherir al proyecto. De tal modo nos evitamos las interminables, estériles, y agrias controversias y disputas. Si te gusta el proyecto, adhieres; y podemos mejorarlo entre todos, pues no es perfecto ni inmejorable. O no adhieres; y no hay problema alguno. Así todo es más fácil.


Aunque si tienes un mejor proyecto, tiramos 5 R al cubo de la basura y adoptamos el tuyo; pero de momento el nuestro es único en su género. Y claro que tenemos líderes, y excelentes todos; pero el protagonismo no es de personas, sino del proyecto compartido, que no voy a repetir ni a resumir aquí, porque puedes verlo en las Webs del Foro Liberal de América Latina, y de nuestros partidos Familia de Guatemala, y Devolución de Perú; e información adicional en nuestros Blogs personales.

Otra lección que aprendimos: tras la II Guerra Mundial, ciertos países prohibieron por decreto o ley los partidos comunistas, socialistas y nazis, con sus nombres y símbolos; y al poco tiempo volvieron con otros nombres y otros símbolos. De nada sirvió. Hoy en día, este prohibicionismo parece ser la única estrategia de las derechas convencionales; pero está probado que no funciona.


II

Orden, justicia y libertad son nuestros tres cardinales PRINCIPIOS. En esa secuencia; porque sin orden no hay justicia, y sin justicia no hay libertad. ORDEN es la ubicación de las cosas en sus lugares o sitios propios que les corresponden. El orden garantiza la buena disposición de las partes en un todo compuesto. JUSTICIA es vivir honestamente sin hacer daño a nadie, y dar a cada uno lo suyo propio. LIBERTAD es la facultad de una persona individual, empresa o entidad social para decidir algo, y por lo cual es responsable de sus actos y dichos.


Son los axiomas políticos “clásicos” del que una vez fue el mundo libre, “occidental y cristiano”, por muchos siglos. Pero desde el siglo XIX, el socialismo se hizo cada vez más influyente, y nombró como “capitalismo” al sistema de “economía natural”, pero sin distinguirlo del capitalismo mercantilista; y como “derecha” nombró a tales premisas o principios, e instituciones en ellos inspiradas. Y ambos son términos de amplia aceptación, más vale reconocerlo.


A su vez, los socialistas se identificaron a sí mismos como de “izquierda”, prometiendo una gran felicidad universal que nunca llegó. Y se adueñaron de los gobiernos, aplastando tanto el orden como la justicia y la libertad; e imponiendo sus contrarios: desorden; injusticia; y tiranía: opresión cruel y absolutista. Somos de derecha, naturalmente, sin importar que esa palabra, y otras como “capitalismo”, fueron demonizadas. Es urgente reivindicarlas, des-satanizarlas, quitarles el estigma, o sea el veneno; pues negarlas de nada vale, porque somos lo que somos: impulsores del capitalismo liberal, y por tanto, de derecha.


No tenemos vergüenza. Lo que hacemos es resignificar los términos como “socialismo” e “izquierda” por lo que son realmente, para que sean ellos quienes se avergüencen. Recuerda: en el reino animal, comes o eres comido; en el reino social humano, defines o eres definido. Vamos a definir y a redefinir entonces; o sea: a poner nuestros rótulos a los distintos actores. No hay de otra.

Las fuerzas de derecha, no todas y no siempre permanecieron fieles a sus principios, especialmente las mercantilistas. Las que llamamos las “derechas malas” traicionaron, se confundieron, o se acobardaron y se rindieron, muchas veces adoptando conceptos e ideas de izquierda, funcionando como “pseudoderecha”; y así muchas desaparecieron, lo que permitió el avance y dominio de los socialistas.


Otras se mantienen en pie, pero sin vocación de cambios: no hacen reformas de fondo; por eso fracasan, como ha sido en los gobiernos de P. P. Kuczynski (Perú), Macri (Argentina), los “designados” de Uribe (en Colombia), Piñera (Chile) y similares. Por otro lado, están los “tanques de pensamiento” y los “influencers” liberales o conservadores, que también carecen de un programa y un proyecto político para conquistar la libertad, porque se mantienen al margen de la actividad política. ¿De qué vale entonces toda esa retórica anticomunista? Los unos son “politiqueros”, y los otros son casi todos antipolíticos: en conjunto la derecha “reaccionaria” o puramente negativa; nosotros somos la derecha “accionaria” o positiva.


III

En la tradición del liberalismo clásico, la protección de la vida, libertad y propiedad, únicos derechos humanos, es la única razón de ser del estado; no hay otra. Por eso los gobiernos se “limitan” a este solo fin, que pueden lograr si a su vez también se “limitan” a proveer seguridad, justicia e infraestructura, y sólo esas funciones, las suyas propias, y así cumplirlas con eficiencia, y un mínimo de poderes y recursos.


Hoy en día en cambio, “el estado” se adscribe innumerables otros fines y diversas funciones. Y con ese fútil pretexto, concentra enormes atribuciones y poderes, que limitan nuestras libertades, y nos impide cumplirlos nosotros los particulares, con nuestros propios medios. Porque para colmo acumula enormes sumas de dinero, con lo cual limita nuestro presupuesto disponible, y así nos empobrece.


El dilema es éste: o nosotros ponemos límites a las funciones, poderes y recursos de los gobiernos, mediante un sistema de Gobierno limitado, o el estatismo nos seguirá imponiendo cada vez más límites a nosotros: a nuestras actividades, nuestras libertades, y nuestros recursos. Así de simple.

Nuestros VALORES son los tres pilares del capitalismo y del liberalismo clásico, a veces llamado “conservador”, la mejor expresión de la derecha: GOBIERNOS LIMITADOS en funciones, poderes y recursos, MERCADOS LIBRES, y respeto a la PROPIEDAD PRIVADA. Porque son las tres únicas vías idóneas para tener orden, justicia y libertad.


Combatimos las tres negras realidades que las izquierdas, más allá de sus discursos, nos imponen con todas sus “revoluciones”; y que son las antípodas: Gobiernos estatistas “totalitarios” que todo esclavizan bajo su imperio; mercados controlados, interferidos, obstaculizados o anulados; y propiedad estatal en economía, y en toda esfera privada de la vida social.


Eso es lo que hoy padecemos; y nos ha causado desempleo, pobreza, miseria, ignorancia, y absoluta dependencia del “estado”; entre otros males. Porque las izquierdas gozan de total impunidad: sin una derecha competente, escapan a su responsabilidad por estas calamidades, empleando habilidosos engaños y perversas estrategias, que crean confusión por doquier. Con palabras torcidas manipulan las emociones y sentimientos de los desinformados, instalando mentiras, que muchos creen ingenuamente.


IV

Veamos las FALSEDADES más dañosas, que es urgente denunciar, describir y refutar. En sus contextos: las realidades detrás de las cortinas.


1) La madre de todas las mentiras: que el capitalismo reina, no el socialismo; y es el culpable de todos nuestros males. Izquierdistas y “progresistas” se ven como adalides de la “justicia social” y defensores de los pobres, débiles y oprimidos contra el “capitalismo salvaje”; pero la realidad es otra: las leyes y las instituciones son socialistas. Y no hay izquierdas buenas: las hay blandas que aplican la mentira, y duras que agregan la violencia.


2) Segunda: que socialismo y capitalismo son “opciones” que puedes escoger; incluso combinar piezas de uno y otro. Por eso dicen los curas marxistas que el socialismo es “la opción preferencial por los pobres”; y los “terceristas” se proclaman heraldos de una “opción intermedia”. No; no son dos equipos de fútbol: son absolutamente asimétricos, y la elección es entre vida o muerte, entre el bien y el mal, sin “modelo mixto” ni “tercera vía”.


3) Es evidente que no funcionan las empresas estatales, la educación y la salud públicas, y toda la parafernalia legislativa y burocrática del “Estado de Bienestar”; pero nos dicen es por culpa de “la corrupción” inherente al capitalismo. Y nos distraen con la “histeria anticorrupción”, estrategia que consiste en ponernos a discutir sobre el escándalo de el “corrupto” de turno y temas relacionados, de poca relevancia, para luego “destapar” otro “caso de corrupción”; y después otro, y otro más, y así. Y para variar, alternan los escándalos de corrupción con otros sexuales o de “fraude” electoral.


4) Los partidos de izquierdas y sus organizaciones dependientes han aplicado el marxismo clásico y controlan la economía y la educación. Esto les da inmenso poder para imponer por la fuerza todas las mentiras del marxismo cultural: ideología de género; ambientalismo rojo; racismo antiblanco; y relativismo posmodernista. No es una ruptura ni discontinuidad con el marxismo clásico; es una continuación. E implica una “huida hacia adelante” para arrasar con las bases y fundamentos de la cultura y la civilización. Por eso todas las izquierdas, duras y blandas, aplican ambos marxismos.


5) Pero hay otros objetivos estratégicos en el marxismo cultural, como impedir el “fusionismo” de los conservadores y los liberales; y ponernos a todos a discutir sobre homosexualidad y Agenda LGBTI; o la “salvación” del planeta y las bolsas de plástico; el “genocidio” del Almirante Cristóbal Colón y las estatuas; o si la verdad no es absoluta ni puede ser objetiva, es una “construcción social”, etc. Y que así no se hable de privatizar, desregular, y abrir los mercados; por cuanto para ellos esas son “obscenidades” indecibles.


6) Han establecido que el estatismo actual, con su “Estado de Bienestar”, son cosas inamovibles e incuestionables. Si los dejamos, jamás van a salir del poder. Y así la “batalla cultural” la ganan ellos, como estamos viendo todos los días; nosotros no, porque ellos tienen el poder y nosotros no. En un terreno tan desnivelado y desfavorable, la de la cultura es batalla perdida ya de antemano, a menos que se vea que es de naturaleza política, y que se pelea con armas políticas. Lo aconsejable en estrategia es despojarles del terreno alto y ventajoso para ellos; por eso vamos por las Cinco Reformas: para quitarles el poder.


Y con nuestros partidos, que son los más eficaces agentes de cambio cultural, como han sido los marxistas, que nos han cambiado la cultura (para mal) desde sus partidos, aunque operando encubiertos bajo las máscaras de sus “organizaciones de fachada” (Lenin), las ONGs y sus minorías activistas, gritonas e incendiarias. Siempre sus partidos políticos fueron los que manejaron a periodistas, jueces, profesores y maestros, y otros elementos de la “pequeña burguesía”: directamente o mediante sindicatos, en secreto o a la vista. Y lo siguen haciendo; hasta peor que antes, porque esos profesionales hoy en día ya están tan ideologizados (adoctrinados), que accionan “en modo automático”, sin esperar mucho a que se les “baje la línea” o las consignas, como en los viejos tiempos. Y nosotros, como tontos, creyendo que “los tiempos han cambiado”. Los tiempos pueden haber cambiado; pero ellos no.


V

7) Otras falsedades más: “ya no hay izquierdas ni derechas”; esas palabras son “viejas”, del tiempo de la revolución francesa, así que no tienen valor. Con esta estratagema las izquierdas de todas las variedades y colores consiguen tres objetivos muy bien trazados: disimular o esconder su identidad; intimidar y desarmar a las derechas; y confundir a los poco despabilados y desprevenidos.


8) Otra mentira eficaz: acusar de “ultraderecha” y “fascista” a toda clase de opiniones políticas “centristas”, o de izquierda blanda, es decir no violenta; o de esa derecha que se autonombra como “moderada”, admitiendo tácitamente que hay algo malo en el capitalismo y la derecha.


9) “¡No es socialismo; es populismo!” Es una cobertura muy mañosa que disfraza y oculta el socialismo. “Populismo” no es una corriente ideológica sino un estilo, que sirve como condimento para corrientes de izquierdas o derechas, así como la sal o el picante sazonan el pollo o la chuleta de res o de cerdo. Pero el populismo sí es una amenaza seria pues va contra las elites, sean reales o imaginarias; y apela al “pueblo” directamente, por encima y en contra de las instituciones, sean malas, regulares o buenas. Ahora bien: el pollo al curry sigue siendo pollo; y el socialismo populista sigue siendo socialismo. Como el “democrático”, al igual que el “moderno”, “ecológico”, “inclusivo”, “autóctono”, “tecnológico”, etc. Porque las izquierdas tienen muchos condimentos, y se presentan con diversos rótulos y disfraces.


10) Las izquierdas están tan seguras en el poder, que se dan el lujo de competir entre ellas, aunque siempre se acusan unas a otras de falsificar encuestas y hacer fraude electoral. Sus actores no tan radicales se presentan como “mal menor”; y no pocas “centroderechas” juegan este juego. Pero “el mal menor” no hace las cosas bien; y sólo es una antesala a toda clase de males mayores.


Amigo, aclaremos este punto: Ud. puede votar por quien le luce como “el mal menor” si quiere. Pero sin olvidar que siempre hay la opción de no votar, o votar nulo, viciado, etc.: “voto antisistema”, recomendable sobre todo si es muy difícil adivinar cuál es realmente “el menor” entre dos males, como pasa a menudo. Con esto envía un fuerte mensaje al sistema; y nos abre oportunidades a futuro para la opción del bien.


Y, sobre todo, sin creer ciegamente que el fulano mal menor es una especie de “Super-héroe”, que va a ganar los comicios con toda seguridad, y que ya en el gobierno va a hacer increíbles maravillas y milagros; y sin creer en “noticias” deformadas o falsas. Porque luego llegan las desilusiones típicas del “¡Fulano me decepcionó! ¡Yo ya no quiero saber nada de política!”. Y desde luego: sin ponerse irracional, intolerante y agresivo, como pasa con muchos devotos “mal menoristas” en épocas de comicios.


11) Por fin los dos fraudes más perniciosos y a la vez más exitosos, a juzgar por sus pésimos estragos. El primero: reemplazo de la política, que trata sobre las políticas públicas, buenas, regulares y malas, por la politiquería, que trata sobre el poder, quién lo tiene y quién no, y los personajes en el circo de la ruidosa diatriba politiquera. Los politiqueros, estatistas de izquierdas o de la derecha mala, no tienen principios. Abundan en chismes y detalles sin importancia, como los escandaletes de corrupción o de tipo sexual, las trapisondas, triquiñuelas y chicanas judiciales que se lanzan unos a otros para disputarse a mordiscos lo que les interesa: sus cuotas de poder.


12) El segundo: culpar a la política y los políticos, en general, cuando la culpa es del estatismo y los estatistas; y de la politiquería. Se presentan como “ciudadanos” y representantes de “la ciudadanía”, escondiendo su naturaleza obviamente política, y de la peor. Con el vendaval “antipolítico” sus partidos siguen intactos, pero ocultos, manejando los hilos en la oscuridad. Y los de derecha se amilanan, debilitan y degeneran hasta desaparecer. Las continuas marchas y protestas callejera no son sustitutos idóneos para nosotros, que somos gente de trabajo y familia; no “de calle”. Y menos con consignas nimias, como ¡sueldos de los diputados; y su reelección! Lo grave no es lo que gana un diputado, ni si es reelecto, sino lo que hace: ¡leyes malas! Estos dos fraudes tramposos son los mayores obstáculos en nuestro trabajo: culpa mucha gente a “la política” de todos sus males, cuando lo que hay no es tal sino politiquería; y el culpable es el estatismo.


¿Algunas de todas estas mentiras se contradicen unas con otras? Por supuesto sí; pero las izquierdas disfrutan de la ausencia de una derecha fuerte, firme y efectiva, que les ponga en evidencia.


Estas mentiras provocan calamidades y sufrimientos. ¿Vale entonces prohibir por ley o decreto a los partidos de izquierda, o inhabilitar judicialmente a sus candidatos y jefes? No, porque retornan con otros ropajes, y con otros caudillos. A la izquierda se le gana con propuestas atrayentes, seductoras, que sumen y multipliquen votos.


VI

No tememos a las izquierdas; ni nos amedrentan las palabras demonizadas. Conceptos claros y precisos de izquierda y derecha nos sirven como potentes luces en la vía, para no perdernos, y alumbrar a otros. No usamos subterfugios inútiles como ponernos adjetivos “moderadores”, o el de “ni izquierda ni derecha”.


Uno de los peores de los muchos fallos de la derecha mala es denunciar siempre a los jefes de las izquierdas con epítetos alusivos a sus personas: ladrones, corruptos, pedófilos, borrachos, “narcos”, asesinos, delincuentes, sicópatas, “dictadores”; y no por socialistas. Pero son algo peor que dictadores, son “tiranos”; y muchos de sus crímenes son reales, pero atribuibles al socialismo como sistema, más que a las tales personas. Nosotros denunciamos los crímenes del sistema, más que a sus caudillos.


Señalar cada una de las falsedades, mostrando y describiendo las realidades, sin temer a las palabras, más bien resignificarlas; y abordando lo medular: las políticas públicas en juego, sin perdernos en tristes minucias o en ataques y descalificaciones personales, son las TÁCTICAS idóneas. Otra es, por ejemplo: si un comunista dijo algo cierto, reconocerlo; eso los desconcierta, y la derecha mala nunca lo hace, y por eso tantas veces se tropieza con la realidad y se cae. Aplica tácticas equivocadas y contraproducentes; como el “triunfalismo”: en las elecciones siempre cantan victoria antes de los comicios; y en los gobiernos se jactan de éxitos que no tienen, porque no hacen las reformas que deberían. Sin embargo, las mentiras tienen patas cortas; y las realidades asoman la cabeza, tarde o temprano, y entonces cunde el desaliento.


Otras veces, como desde hace seis y dos décadas en Cuba y Venezuela, hacen lo opuesto, pero igual de ineficaz: “mostrar las heridas”, pasando fotos de activistas torturados, apaleados y sangrantes; creen que así llaman la atención, y mueven a la piedad. Pero la verdad es que no pasa nada. Estas tácticas de la derecha mala se encuadran dentro de su al parecer única estrategia: inhabilitar a los candidatos de la izquierda con sanciones judiciales (“lawfare”). Es la “judicialización de la política”, cuyo resultado a la postre, muy nocivo, es la politización e incluso partidización de la justicia.


Vamos ahora nuestras principales ESTRATEGIAS, las grandes líneas de acción política. Las diseñamos principalmente para contrarrestar las socialistas, que proceden en su mayor parte de Lenin y Stalin las del marxismo clásico, y de Gramsci, Lukacs y las Escuelas de Frankfurt y Birmingham las del marxismo cultural. Fueron buenos estrategas todos, debemos admitir. Veamos:


1) Criticamos duro a la derecha mala, por incompetente y cobarde, e ineficaz siquiera como contención a la izquierda; por eso nuestro primer gran objetivo estratégico: TERCIAR en el cuadro político presente, por lo general bipolarizado entre izquierdas y derechas malas, o entre socialistas duros y blandos. Eso es poniendo parlamentarios 5 R en el Congreso, para ser “la otra oposición”, y cuestionar las leyes malas, que impiden las reformas. El juego político no siempre es bilateral; suele ser multilateral. En ajedrez hay variantes para tres competidores. ¡Eso queremos! Se nos increpa a veces: “¿por qué Uds. critican a las figuras de la derecha, que están bajo ataque de la izquierda?” Porque ser blanco de la izquierda no es mérito en sí mismo; las izquierdas se dan otro lujo: elegir al contrincante, como si un buen boxeador escoge a uno torpe y lo sube al ring.


2) Si logramos terciar y ser “la otra oposición”, después toca ser “la oposición”. Segundo objetivo estratégico, una vez crecidos y fuertes, es SUSTITUIR a las derechas malas, y funcionar como primera oposición a los gobernantes de turno, sean de izquierdas, duras o blandas, o de pseudoderecha.


3) Y luego, el tercero, para cuando estemos en capacidad de hacerlo, dar jaque mate: DESALOJAR del poder a las izquierdas. En los tres casos, contamos con tu apoyo y el de personas decentes, mentalmente claras y bien decididas, en número suficiente para ir logrando con éxito nuestros objetivos. Desde ya sabemos: sin esa condición, ninguno será posible, y nuestros países seguirán en la deriva cuesta abajo.

Una vez en el poder, lo que sigue es tomar distancia de las agencias de la ONU, sus pactos, tratados y acuerdos que nos imponen las leyes malas; luego derogar o reformar radicalmente esas leyes, para poder concretar las Cinco Reformas. Y de este modo empoderar a los particulares, empresas y entes privados con funciones, libertades y recursos devueltos. A fin de que tengan poder como para hacer sus “reformas particulares” en sus entornos inmediatos, disfrutando de seguridad, justicia e infraestructura provistas por un sistema de Gobierno limitado solamente a esas funciones, y nada más, y por consiguiente capaz de cumplirlas eficientemente, con los poderes y recursos necesarios, y nada más. En resumen: nosotros deshacemos las obras del marxismo clásico, y la gente por sí misma podrá mejorar su nivel de vida, y deshacer las obras del marxismo cultural.


En estos días se juntó casi toda la derecha reaccionaria en Madrid, convocados por Vox de España. Estaban los politiqueros “centristas” abrazados con los “influencers” antipolíticos, esos “batalladores culturales” de Youtube y redes sociales, de la mano con los “tanqueros de pensamiento”, para quienes la "batalla cultural" parece una excusa para evadir la batalla política. Y los devotos de Trump, el mesías que vino a traer salvación. La "Carta de Madrid" habla de “frenar el avance comunista”; pero no se frena con socialistas democráticos, como la mayoría de sus firmantes, ni con pura retórica; sino con prosperidad y bienestar. Y es con reformas estructurales para la transición al capitalismo liberal.


Sin embargo, las bases de la derecha mala son buenas. Tenemos que "jalarles el piso" a sus jefes, atrayendo a la buena gente común que les apoya, en tanto vayan abriendo los ojos. Eso ya ocurre a diario: gracias a Dios las bases de la derecha mala ya empezaron a sentirse frustradas, decepcionadas y desilusionadas.


Somos su única esperanza: la derecha liberal; la derecha buena, auténtica, positiva y afirmativa, “accionaria”. Aspiramos a ser fieles a nuestros principios, sin traicionar. Sin confundirnos, ni confundir a nadie. A no ser cobardes, para así crecer y ser fuertes, con tu indispensable apoyo, a fin de hacer al menos contrapeso a las izquierdas por ahora. Y más adelante revertir sus leyes y políticas, decretadas por la fuerza, el engaño, o ambos medios combinados.


Sabemos que en la política sentimientos y emociones pesan más que argumentos y razones; sin embargo, una comunicación estratégica inteligente, bien informada y habilidosa de nuestra parte puede reorientar los sentimientos y emociones, que ahora se encuentran en función de la retórica marxista y “progresista”, y reencaminarlos hacia nuestros principios, valores y proyecto. No es fácil, sabemos; pero tampoco es imposible.


VII

Con todo respeto, pero con firmeza y claridad, decimos a cada cual lo suyo. A los socialistas de buena fe, que el socialismo es antisocial; a los cristianos socialistas, que es anticristiano; a las derechas malas, que las “reformitas” no sirven; a los ateos, que vamos por separar no sólo las iglesias del estado, sino también la enseñanza; a los “anarcocapitalistas”, que el caos y el desorden son ajenos al capitalismo; a los “tanques de pensamiento” y a los “influencers”, que la pelea es política; a quienes reniegan de la democracia, que lo malo no es votar sino votar mal; a los “antipartidos”, que no hay otra forma decente y eficaz de acción política. A quienes pretenden que no existimos, les decimos: que sí existimos y aquí estamos, gracias a Dios, muy activos, sumando gente y trabajando. Y a todos les pedimos: que nos escuchen y que nos conozcan bien antes de juzgarnos.


Sabemos que en la vida todos tenemos legítimos anhelos y proyectos personales; seamos sinceros: todos queremos destacarnos, e incluso sobresalir. Pero quienes nos sumamos a esta empresa política, sabemos que eso no colide, como algunos erróneamente parecen suponer, con nuestras aspiraciones: al contrario: como partes destacadas de un proyecto tan ambicioso como es el de cambiar por completo y radicalmente la faz de nuestros países, nuestros nombres y apellidos se inscriben, y desde ya, en la historia del futuro.


A menudo nos preguntan si descartamos alianzas con otras fuerzas, acuerdos para postular en otros partidos, o incluso el alquiler de partidos taxis para llegar al Congreso. En principio no descartamos nada de eso; pero siempre y cuando no nos haga perder nuestra IDENTIDAD propia, la del proyecto, nuestro más valioso capital y activo político.


Un trabajo que hacemos a diario es educación política: enseñar, capacitar y entrenar. Si algo no entiendes de nuestra aventura, puedes acercarte a nosotros a través de las redes sociales con tus preguntas o tus dudas, y también con tus comentarios u observaciones.

No tenemos el dinero ni el poder comunicacional de la derecha reaccionaria; “somos gente común y corriente, haciendo cosas nada comunes ni corrientes”, y con lo que haya en nuestros escasos bolsillos.


Pero sí tenemos un arma muy poderosa: LA VERDAD. Con los argumentos; y el proyecto. Podemos perder escaramuzas, incluso una batalla; pero la guerra no está perdida. Para ganarla, ¡contamos contigo!


San Juan del Río, 30 de octubre de 2020

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