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“Manifiesto Liberal”, Cap. 1

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MANIFIESTO LIBERAL        

Lima, 28 de Julio de 2011

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## AGRADECIMIENTOS

Este Manifiesto tiene muchos dueños, pero ninguno es su propietario exclusivo, ni siquiera quien lo produce y presenta a la discusión, el Centro de Liberalismo Clásico, mucho menos su Presidente. Ni es un documento terminado, porque sus autores esperamos que sea enriquecido y mejorado, con los aportes de los liberales peruanos y latinoamericanos que deseen contribuir.

Es de todos los liberales: los de hoy, los de mañana y los de pasado mañana; de toda persona, grupo, institución o partido que adhiera a sus propuestas. Y es del Perú y de América latina, porque se hizo pensando en un futuro liberal, diferente y mucho mejor, para todos nuestros países.

En su redacción participaron en diversas formas muchas personas, junto a quien suscribe. Tantas, que no hay espacio para nombrarlas. Pero vale mencionar en primer lugar el Pastor Claudio Zolla Suárez, y toda la gente cristiana del Movimiento PERÚ NUEVO. Suya fue la iniciativa para la idea y el apoyo para empezar; y es el primer grupo político en adoptarlo y comprometerse con sus principios y sus propuestas, siguiendo el ejemplo del Tea Party en EEUU. También fue el primero en alojarlo en su Website y presentarlo al público, y en promover y apoyar sostenidamente al Centro de Liberalismo Clásico. A todos ellos, muchas gracias. Y a todos los líderes, grupos y movimientos políticos que a diario se acercan para conocer y apoyar el proyecto; a todos les convocamos y esperamos.

Cabe agradecer a Milton Vela, Patricia Carrera, Jorge Iquira, Rosalí Vela y a todo el equipo del Semanario Digital LA SALIDA, comunicadores formidables y expertos, que hicieron suyo el proyecto de inmediato, y tomaron a su cargo el Plan de Mercadeo y Comunicaciones, en busca de la nueva Retórica Liberal.

Y muchas gracias a la gente del Centro de LIBERALISMO CLÁSICO: Humberto Pérez Fry, Arturo Valera Aspillaga, Juan Pedro Sandoval M., Mónica Flores de Prentice, Otoniel Pardo Nima, Gladia Anchorena, Dante Ramos de Rosas, Willy Malpartida, Rubén, Cristian y Andrés Bonilla, Patricia Boria, Patricio Morales, César León Quillas, Jorge Chapas, Carlos Torres-Fletcher, y tantos otros del Seminario LC 101 en el Perú y en el exterior, peruanos y latinoamericanos, todos con valiosas contribuciones, a quienes pido disculpas por la falta de espacio para mencionarles.

A todos, muchas gracias.

Alberto Mansueti,

Presidente del CENTRO DE LIBERALISMO CLÁSICO

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PORTADA: ¿TENEMOS MENSAJE LOS LIBERALES?

Los liberales tenemos el mensaje de la Libertad, la más noble y preciosa oferta política de la Historia humana. Pero debemos comenzar por una autocrítica, y admitir un fracaso: hasta ahora, ese mensaje no le ha llegado a la gente. ¿Por qué? Por varias razones.

1) La primera razón es porque hemos perdido demasiado tiempo criticando las políticas y medidas mercantilistas, socialistas y estatistas de toda laya, y a sus personeros circunstanciales -o en todo caso proponiendo medidas aisladas- en lugar de concretar nuestra oferta en una propuesta política propia, novedosa y a la vez factible, creíble, atractiva y seductora. Y completa. Hemos fallado en traducir nuestros principios de  libertades individuales y Gobierno limitado, desde el plano filosófico, hasta el plano de la práctica política y electoral.

2) La segunda razón es causa de la primera: nos falta una oferta política, porque no tenemos proyecto político. Nuestro proyecto implícito ha sido la “conversión” a las ideas liberales de los estatistas al mando, a quienes aplaudimos tan pronto creemos que “se convirtieron”, para desdecirnos tan pronto nos desilusionan. Así de esto modo no buscamos que nuestro mensaje sea asimilado y apoyado por la gente común, comenzando por la clase social a que pertenecemos buen número: la burguesía, término que los marxistas han expropiado y tergiversado, y no hemos reivindicado, prefiriendo hablar de “clase media”. Tampoco reivindicamos la palabra “capitalismo”, a la que le tememos, en lugar de explicarla, y sus diferencias con el mercantilismo y con el “Neo” liberalismo.

Y ni hablar del concepto “Derecha”, porque nos horroriza ser reconocidos como Derecha liberal, la que defiende la libertad -no la derecha mercantilista, la que defiende sus privilegios- y conservadora de ciertos principios y valores. Preferimos hablar de “Centro”, o rehuir la definición; así ayudamos a legitimar el socialismo, reconociendo tácitamente que nos parece repelente la Derecha, y probando que sigue siendo seductora y engañosa la Izquierda, pese a todos sus mentiras y crímenes en más de 200 años desde la Revolución Francesa de 1789: sangrientas revoluciones, guerras atroces y no menos crueles e interminables dictaduras –comunistas, nacional-socialistas, internacionalistas, “populares” etc.- en cinco continentes.

No entendimos que los mercantilistas, socialistas y demás estatistas no se van a “convencer” con argumentos, por válidos que sean, para apoyar un sistema que les despojará de la enorme colección de privilegios y prebendas de que hoy gozan legalmente, a costa nuestra. Es cuestión de comodidades y ventajas exclusivas; no es que “no saben Economía”. No saben, ¡porque no les interesa!

No es a los beneficiarios del sistema, sino a sus víctimas, a quienes tenemos que pasar el mensaje primero: a la clase urbana y burguesa, que paga el grueso de los cuantiosos impuestos, y que más oportunidades pierde por la falta de libertades. Y de allí retransmitir ese mensaje a los sectores populares, de la ciudad y del campo, mostrando sus ventajas inmediatas para todos, excepto para los explotadores. Sí, esa es la palabra: explotadores. Y usurpadores.

Por eso no hemos podido describirle a la gente, con claridad y en términos específicos, cómo sería el futuro sistema liberal que proponemos, comparado con el social-mercantilismo que padecemos, ni señalarle cómo se llega y cuál es el camino: los pasos para lograr la sustitución. No le mostramos la Hoja de Ruta: “Estamos en el punto A; queremos llegar al punto X”; ni su Carta de Navegación: “La vía pasa por tales y tales estaciones intermedias: B, C, D, E…”

3) La tercera razón: en lugar de hacer la tarea, nos enfrascamos los liberales en interminables discusiones sobre si son más o menos liberales tales o cuales personajes, o estas u otras medidas puntuales o políticas, o tales o cuales teorías sociales o económicas. Y lo peor: sobre anarquismo y ateísmo, puntos que interesan a muy pocas personas, y a otras muchas espantan sin necesidad. No son propios de una política liberal, porque liberalismo clásico no es anarquismo sino Gobierno limitado, y porque una de las vertientes ideológicas que sustentan la fórmula, procede de la herencia judeo-cristiana y el cristianismo histórico de Occidente.

La propuesta debe centrarse en medidas de política pública, y sus ventajas, cualesquiera sean nuestras consideraciones y convicciones sobre religión, aunque sabiendo que los cristianos deben estar de nuestro lado, no del contrario, como ahora. Para eso debe trazar una Estrategia incluyente, “fusionista” de elementos libertarios e individualistas, y conservadores en el sentido de Thatcher y Reagan, de conservar libertades, no privilegios. Afincados en nuestras propias raíces libertarias, en la que Rafael Termes nombró “La tradición hispana de libertad”, aludiendo a los Fueros históricos de la Península ibérica, a la Escuela de Salamanca, y a la Constitución de 1812.

4) Por fin: sin proyecto ni oferta viable, no tenemos propaganda efectiva. No comunicamos con eficacia el mensaje a los interesados: en la frase apelativa, corta pero densa en significado, en la consigna breve para la pancarta, la pintada o el minuto de radio; en la imagen o figura llamativa, contundente y motivadora.

¿Quiénes somos? Los Nuevos Liberales: porque somos autocríticos. Los que aprendimos de los errores y los fallos del pasado. Por eso, este nuestro Mensaje contiene todo un Plan Político, centrado en la conquista del Congreso, para hacer LA DEVOLUCIÓN a las instituciones privadas de la sociedad civil –familias, iglesias, escuelas, empresas, partidos y demás asociaciones voluntarias– de todas las funciones y actividades, poderes, libertades y recursos actualmente usurpados por el Estado. Esa es nuestra Política.

¿Gradualmente? Sí, pero a la manera china, con un programa completo de reformas para reducir de inmediato la pobreza, y otros males endémicos como la corrupción, a ser aplicadas todas en forma simultánea, pero comenzando por ciudades, zonas y regiones. Y así ver resultados con los propios ojos de cada quien, contrastarlos unos con otros, comparar y poder escoger, sin requerir que toda gente se ponga a leer tratados y libros de Mises y Hayek. Es el concepto de “Un país dos sistemas”. Ese es el Proyecto.

¿Por qué el Congreso y no la Presidencia? Porque esta Devolución exige la derogación de todas las numerosas leyes malas del estatismo social mercantilista que nos explota. Todas; no unas cuantas solamente. Esa explotación es posible porque legalmente nos han usurpado las funciones, libertades y recursos, que son nuestros: de las personas individuales, grupos e instituciones de la Sociedad Civil. Y sólo el Congreso puede derogar las leyes. Por eso convocamos primeramente a los candidatos a congresistas. Esa es la Estrategia.

¿Y por dónde empezamos? Por un periódico, y una Campaña Nacional de Opinión, para la cual tenemos herramientas comunicacionales idóneas. Y para luego: una Encuesta Nacional de Opinión, consultando a la gente.

Este Mensaje contiene además la propuesta concreta, clara y entera de Acción de Gobierno, para impulsar desde el Congreso. Son las Cinco Reformas: en la política y los Gobiernos; en la economía, banca y negocios; en la educación; en la atención médica; y en las jubilaciones y pensiones. Y contiene luego los Fundamentos: Principios, Normas y Valores del Liberalismo Clásico.

Muchas gracias por tu atención hasta aquí, amable lector. Ahora queda a tu consideración. Y esperamos tu decisión. ¡Para pronto!

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SUMARIO

## AGRADECIMIENTOS 

## PORTADA: ¿NOS FALTA MENSAJE A LOS LIBERALES?

## INTRODUCCIÓN: “¡EL SISTEMA, EDMUNDO!”

——- ## CAPÍTULO UNO: LA JUSTICIA, EL ESTADO Y LA DEMOCRACIA

I. ¿QUÉ DESAPRENDEMOS PRIMERO?

— Historia reciente del Perú — “Neo” liberalismo — El socialismo no funciona (i): Suecia — El socialismo no funciona (ii): EEUU — El capitalismo funciona

II. CONCEPTOS BÁSICOS

República y Estado de Derecho — División de poderes — Las leyes — La naturaleza de las cosas — El Parlamento — El Poder Judicial — El Poder Ejecutivo — La Soberanía — El Gobierno es el Congreso — La Democracia — Municipalismo y Federalismo

——- ## CAPÍTULO DOS: PLAN POLÍTICO

I. DIAGNÓSTICO

“¿Cuál es el principal problema en tu país?” — Cuatro generaciones de problemas y su causa común — El “Pacto Social” (o “la Tercera Vía”) — Las dos oligarquías — ¿Cómo y por qué el Estado se hizo obeso? — Por qué perdura el estatismo — Misología y Anomia — La corrupción

II. NO ES “REVOLUCIÓN”, ¡ES DEVOLUCIÓN!

Derogar las Leyes Malas — Establecer la República

III. HOJA DE RUTA

¿Gradualidad o shock? — Perú: “un país, dos sistemas” — Comenzando la Devolución

IV. CARTA DE NAVEGACIÓN

——- ## CAPÍTULO TRES: ACCIÓN DE GOBIERNO

I. EL CONGRESO ES EL GOBIERNO

Soluciones verdaderas para todos y para ahora!

II. LAS CINCO REFORMAS

Devolución de funciones, poderes y recursos — Reforma del Estado, el Gobierno y la Política — Reforma de la Economía, moneda y banca, mercados y negocios — ¡Fuera las 12 Plagas! — Reforma de la Educación — Reforma de los Servicios Médicos — Reforma de las Jubilaciones y Pensiones

III. RESULTADOS: 11 BENEFICIOS PARA TODOS

——- ## CAPÍTULO CUATRO: PRINCIPIOS, NORMAS Y VALORES

I. PRINCIPIOS Y VALORES

¿”En qué país se aplica o aplicó”? — El ideario de las libertad — Tres pilares — Siete fundamentos — Estatismo

II. HISTORIA MUNDIAL

Biografía del liberalismo — Reforma Protestante — Liberalismo clásico — ¿Y América latina?

III. ABC DEL LIBERALISMO CLÁSICO

Individualismo, mercado y democracia — “Tolerancia” no es relativismo — Sentido común, progresismo y anarquismo —  ¿Cómo se mantiene limitado un Gobierno? — Realismo filosófico

IV. LIBERALISMO Y RELIGIÓN

Iglesia y Estado — Religión y Política — Los cristianos y el liberalismo

V. NORMAS

Leyes y reformas — “¿Por qué el Liberalismo no llega a la gente?” — Ética y legislación

VI. SISTEMA LIBERAL PARA EL PERÚ

Separación de lo público y lo privado — Liberalismo no es democracia, pero la democracia puede servir — Racionalidad, indispensable

VII. PREJUICIOS A VENCER

## CONVOCATORIA

## ANEXOS

ANEXO A: JUICIO A LAS LEYES MALAS

I) Actividades y relaciones productivas — II) Impuestos, Multas e Inflación — III) Moneda, Banca y Finanzas — IV) Bolsa de Valores, Seguros, Cambios de Divisas — V) Discriminaciones e injustos privilegios — VI) Actividades “sociales” (i) Empleos, trabajo y sindicatos — VII) Actividades “sociales” (ii) Educación, Salud y Seguro Social — VIII) Drogas y ambientalismo — IX) Leyes comunes: criminalidad y justicia — X) ¿Hay leyes buenas?

ANEXO B: ORGANIZACIÓN CELULAR  

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INTRODUCCIÓN: “¡EL SISTEMA, EDMUNDO!”

A Edmundo le robaron su carro, a las 7.30 de la mañana, en la puerta de su casa, en Miraflores.

— Edmundo, en este sistema estatista, sólo cuatro clases de personas la pasan muy bien: ladrones, políticos estatistas, burócratas, y parásitos. Pero el resto, las gentes de trabajo como nosotros, todos los empleados, trabajadores independientes o gente de empresa, la pasamos mal, pero muy mal: trabajamos como burros todo el día, y nos persiguen los cobradores de impuestos, los inspectores municipales, fiscales del trabajo, del ambiente, y larga lista. (Edmundo tiene una empresa clandestina, a cubierto de inspectores y fiscales.) ¡Y los choros! Hay que cambiar el sistema Edmundo.

— ¿Cambiarnos a cuál otro sistema? pregunta.

— Al sistema contrario: para pasarla muy bien nosotros los de trabajo; ¿y los choros, estatistas, burócratas y parásitos? A pasarla como nosotros: trabajando.

— EEEESO! ¿Y cuál sistema es ese?

— “Gobierno limitado”.

— ¿Por qué “limitado”?

— Limitado no más a pagar a los soldados, policías y jueces para cuidarnos a nosotros y a nuestras familias y propiedades, y hacer calles, caminos y puentes. Nada más. De resto: negocios privados, escuelas privadas, clínicas y empresas privadas, como la tuya. Compitiendo en calidad. Con muchos menos impuestos y cero inspecciones, fiscalizaciones y fastidios de los gobiernos, haríamos mucho más plata, y trabajando menos. Habría más empresas, más grandes, en competencia, con más volumen de producción, ¡y tendríamos más dinero, para pagar por sus bienes y servicios!

Edmundo entendió. Perfectamente. Y sin mencionar la palabra “libertad”, o quejarnos por falta de ella, como hacen por lo común los liberales. Porque hubiese respondido algo obvio: “¿Cuáles la falta de libertad ahora? Libertad hay de sobra, ¡demasiada! ¿No ven Uds. toda la libertad que tienen los choros para robarme mi carro en pleno día?”

Edmundo tiene la ventaja de no haber pasado por una Universidad, por eso no tiene la cabeza llena de telarañas mentales. El mensaje liberal le llega facilito, si le dicen y explican cómo es: “Gobierno Limitado”. No tiene necesidad de leer nada. Pero si le hablan de “libertad”, no lo entiende.

Probablemente Ud. tampoco lo entienda, estimado, sobre todo si fue a la Universidad. Sus profesores le dijeron que “el capitalismo es explotador”, que el Estado debe “dar educación y salud”, que en el Perú hay mucha pobreza y por eso “la libertad no sirve y el mercado no funciona”. Que el Gobierno debe “ayudar a los pobres”, y “cuidar el ambiente”. Y que el capitalismo es “salvaje”, y el liberalismo “no se practica en ningún país” … Y bla bla bla.

Si Ud. no ha pasado por las aulas universitarias, de todas formas lee los diarios o mira la tele que hacen y producen quienes sí lo hicieron, y repiten el discurso estatista porque no saben otro. Y si Ud. es cristiano, sus Pastores (o sacerdotes) le han dicho “¡el liberalismo no es cristiano!”

Entonces, si Ud. es como Edmundo, no necesita leer lo que sigue. Pero si no cuenta con esa facilidad (o felicidad), seguramente Ud. tiene dudas, reservas y aún objeciones sobre o contra el liberalismo y su propuesta, el capitalismo liberal. En tal caso Ud. sí necesita saber, aunque no solo o no tanto para aprender, sino para desaprender ideas erróneas, sobre algunos asuntos y temas de Economía Política, Derecho, Historia, etc., a fin de entender por qué el estatismo no sirve, por qué hay que cambiar ese sistema, que nos empobrece y esclaviza, y cómo se hace el cambio.

Para informarse, Ud. debe sacrificar algo de su tiempo, para leerse estas páginas. ¡Nada es gratis en esta vida! Lea entonces por favor, este resumen, tan claro y simple como se puede:

Capítulo Uno. La Justicia, el Estado y la Democracia, fijando los parámetros.

Capítulo Dos. Plan Político, con su Diagnóstico completo, su Hoja de Ruta y su Carta de Navegación.

Capítulo Tres. Acción de Gobierno, con la propuesta de 5 Reformas y 12 Beneficios, para cuando lleguemos al Gobierno; es decir: al Congreso. (En 2016, con el favor de Dios). A derogar todas las leyes malas, para acabar con las 12 plagas.

Capítulo Cuatro. Principios, Normas y Valores; trata ciertos temas de Economía, Historia, Derecho y Ciencias Políticas, Biblia y hasta un poquito de Filosofía!

CAPÍTULO UNO: LA JUSTICIA, EL ESTADO Y LA DEMOCRACIA

El estatismo es el único régimen político-económico que hemos conocido en el Perú en toda su historia: estatismo de derecha mercantilista, o estatismo de izquierda socialista. Ambas variantes defienden privilegios, en lo económico el mercantilismo, y en lo político el socialismo. El mercantilismo es malo, y el socialismo es peor, porque requiere mayores dosis de coacción y violencia, sea física o sicológica; y el actual “contubernio” entre ambos, es decidida y definitivamente insoportable.

Ya es hora de cambiar, y para mejor. Un cambio de fondo y radical, pero no por más de lo mismo, sino en la dirección opuesta al estatismo: gobiernos limitados, mercados libres, e irrestricto respeto a la propiedad privada. Es el capitalismo, sistema que hizo ricos a los países ricos, siglos atrás, antes de hacerse socialistas. Es la doctrina del Liberalismo Clásico, que asume la defensa de libertades para todos, y la abolición de todos los privilegios.

En nuestro Perú, el problema mayor es que nunca hemos tenido liberalismo; no lo conocemos ni de vista; sabemos muy poco, y eso poco lo sabemos mal. El “capitalismo” que tenemos es el único que conocemos; y también es estatista: mercantilista. Vivimos bajo el estatismo, y por eso actuamos, hablamos y pensamos como estatistas, sin darnos cuenta. Tenemos que desaprender.

I. ¿QUÉ DESAPRENDEMOS PRIMERO?

Comencemos comparando la historia de algunos países.

Historia reciente del Perú

Hace casi medio siglo, en 1963 -para no ir más atrás– el Arq. Fernando Belaúnde Terry fue elegido Presidente del Perú. Inició un Gobierno de izquierda “social” y democrática, que fracasó en medio de revueltas campesinas por muchas promesas incumplidas, protestas en “pueblos jóvenes” (los barrios marginales de migrantes internos, con falta de empleos, servicios y viviendas), y brotes guerrilleros. Y denuncias nacionalistas de “entreguismo”.

Con el golpe del Gral. Juan Velasco en 1968, continuó el ciclo de estatismo de Izquierda: “Reforma agraria”, empresas privadas “nacionalizadas”, fundación de nuevas empresas estatales, y confiscación de medios de prensa, todo en medio de un agresivo discurso nacionalista y militarista. Más estatismo. La aguda crisis económica y la insatisfacción popular provocaron alguna moderación, primero con el Gral. Francisco Morales Bermúdez, como sucesor de Velasco en 1975, y luego con el retorno de Belaúnde en 1980. Sin embargo, la situación general no mejoró.

En 1985, las elecciones llevaron al APRA al Gobierno, con Alan García -tras la renuncia del socialista Alfonso Barrantes a la segunda vuelta- con mayoría en ambas Cámaras. Sus medidas populistas provocaron tremenda crisis otra vez: hiperinflación y carestía, con brutal y súbito empobrecimiento, escasez de bienes, y colapso de los servicios. Como siempre ocurre, la izquierda fracasa, pero también como siempre entonces, la ultra-izquierda más virulenta arrecia la agitación, prometiendo medidas más radicales; y echando mano al terrorismo y los atentados. En Julio de 1987 el Presidente García anunció la estatización de la banca, provocando gran pánico en el sector financiero, la prensa, y la opinión pública. Debió entonces dimitir de la jefatura de su partido, en medio de fuertes rumores de renuncia anticipada a la Presidencia o golpe militar, y de un estallido popular, por la crisis de abastecimientos, y los sonados escándalos de corrupción.

Surgió entonces el Movimiento Libertad, liderado por el célebre novelista Mario Vargas Llosa, con la divisa del “Liberalismo”, y el FREDEMO. Pero la ola de los años ‘90 no era el Liberalismo Clásico; era el “Consenso de Washington”, y sus políticas “macroeconómicas” neo-liberales, que recomendaba el FMI y el Banco Mundial. Con más impuestos y reglamentaciones, para resolver de un modo menos irracional los problemas del Estado gordo, obeso; pero incapaz de resolver los problemas de la gente, sobre todo de la gente desnutrida y famélica.

“Neo” liberalismo

El “Neo” o seudo-liberalismo quiere alentar a las multinacionales a invertir en el Perú, pero sin mucho importarle al parecer las empresas peruanas, y su crecimiento, en lugar de seguir como PYMes para siempre. Quiere elevar impuestos e ingresos fiscales, en lugar de reducirlos; y quiere sancionar más leyes reglamentaristas, en vez de derogarlas. Quiere que el Estado “estimule” a los exportadores, en vez de cesar la interferencia gubernamental en los negocios, las empresas y la economía. Y quiere firmar unos tratados de “Libre Comercio” con el Gobierno de EEUU -que no son de comercio libre, pues mantienen largas listas de salvedades y excepciones- en lugar de eliminar aranceles y demás medidas obstruccionistas (mal llamadas “proteccionistas”), único requisito para el libre comercio de verdad, sin necesidad de tratado con gobierno alguno.

A veces este mal llamado “Neo” liberalismo quiere incorporar temas de moda, como “inclusión social”, y preocupaciones ecológicas, feministas o de “responsabilidad empresarial”. Pero no quiere terminar con el monopolio estatal de la emisión del dinero, ni con la banca de reserva parcial o fraccionaria, ni con la presencia hegemónica del Estado en la educación, la atención médica y las jubilaciones y pensiones.

Es en realidad un Neo Estatismo, y en muchos aspectos quizá peor que el antiguo. Porque las empresas estatales del viejo Estado empresario al menos tenían el deber de producir algunos bienes y servicios, por ej. las compañías aéreas, marítimas o de teléfonos. El nuevo modelo les releva a los estatistas de la obligación de producir, tarea en la que fracasaron, aún gozando de monopolios y privilegios, y les pone en cambio a “regular”, supervisar y controlar a productores y oferentes privados, ¡que gozan de iguales o mayores monopolios y privilegios!

En el Perú, con el Ing. Alberto Fujimori se inició en los ‘90s un ciclo de este estatismo mercantilista de derechas, un tanto remozado, mal llamado “Neo” liberalismo, que se siguió ininterrumpidamente hasta ahora. Más que a las virtudes intrínsecas del “modelo”, a sus 20 años de continuidad se debe un cierto progreso del Perú, que es evidente. Pero ese desarrollo es insuficiente: no alcanza para todos, y esto también es innegable. La pobreza persiste; y aún la miseria. Por eso ganó las elecciones de 2011 el Tte. Cnel. Ollanta Humala, conocido por su mensaje Neo velazquista, representando al actual estatismo militarista de izquierdas, “del siglo XXI”.

En conclusión, estos 50 años nos han mostrado lo siguiente: 1) En cualquiera de sus variantes, el estatismo, aunque encubierto de populismo -promesas demagógicas, que si se cumplen hacen daño, y si no se cumplen, generan decepción, frustración y encono- es incapaz de dar satisfacción a las necesidades de las grandes mayorías.

2) Sea democrático o sea autoritario, el mercantilismo no sirve, porque privilegia a unos pocos grupos económicos, y no alcanza a generar desarrollo suficiente para todos, sin mencionar la corrupción que le es inherente; por eso el “Neo” liberalismo tampoco funciona.

Pero, 3) el socialismo, democrático o autoritario, tampoco funciona, porque también privilegia a reducidos grupos políticos, burocráticos, sindicales y académicos, a los empresarios amigos del Gobierno de turno, y a los militares, si son los que mandan. El socialismo es peor aún, porque va más allá de la economía, tras una agenda ideológica que aspira a cambiar la naturaleza humana, y porque hunde y destruye por completo a la clase media, empeorando así la condición de los más pobres, cuyos empleos y nivel de vida mucho dependen de la “burguesía”. Y porque la corrupción, inherente a todo estatismo, sea de derechas o de izquierdas, no desaparece sino empeora con el socialismo, pues con el Estado gigante hay mucho más dinero para robar, y mucho más poder para abusar.

4) Observando las experiencias del mundo, aprendemos por fin que las alegaciones contra el capitalismo liberal no son válidas: no existe alternativa mejor.

El Socialismo no funciona (i): Suecia

El fracaso del socialismo no se mostró con la destrucción del Muro de Berlín, en 1989, sino con su construcción, en 1961. La implosión y extinción de la URSS en 1991 no acabó con el socialismo, sino sólo con su forma violenta tipo bolchevique; los socialismos nacionalistas y racistas tipo nazi-fascista, igual de violentos, y mal llamados “de derecha”, ya habían desaparecido con la II Guerra Mundial.

El socialismo democrático, menos violento, se había impuesto en los países de Europa Occidental en ocasión de la I Guerra Mundial. En Suecia por ej., a fines del s. XIX, el capitalismo había posibilitado la creación de innovadoras empresas industriales que se tornaron líderes mundiales. Entre 1860 y 1910, los salarios reales promedio en la industria sueca crecieron en un 25 % por década, mientras el gasto público no pasó del 10 % del PIB. Pero en 1932 los socialdemócratas llegaron al poder en Suecia, y decretaron el Estado re-distribuidor o de Beneficencia. Pareció funcionar algún tiempo, pero gracias al capital acumulado, y a las instituciones e infraestructura ya creadas por el capitalismo.

En los ’70 los socialdemócratas se radicalizaron: la asistencia social creció, y el mercado laboral fue sobre-regulado. El gasto público entre 1960 y 1980 subió del 31 % al 60% del PIB. Como no podía ser de otra manera, a comienzos de los ‘90 se presentó una grave recesión, que forzó a corregir el rumbo, como ocurre muchas veces. Los impuestos fueron reducidos; y las pensiones fueron parcialmente privatizadas. Hubo bonos escolares, y proveedores privados en medicina. Se desreglamentaron la energía, el servicio postal, el transporte, la radio, la televisión y las telecomunicaciones. Gracias a estas reformas, Suecia no está hoy como Grecia.

El Socialismo no funciona (ii): EEUU

En 1913, el país más capitalista del mundo era probablemente EEUU. Pero ese año se adoptaron tres puntos importantes del programa socialista: 1) Banco Central de la Reserva Federal, el llamado “Fed”; 2) Impuesto sobre la Renta de carácter permanente; y 3) Elección popular y directa de los Senadores federales, hasta entonces electos por los Congresos de cada Estado a nivel regional.

Las ideas socialistas predominan en el mundo desde Octubre de 1917, cuando los comunistas tomaron el poder en Rusia. En 1919, Alemania adoptó la Constitución socialista democrática de Weimar, muy imitada en otros países de Europa y del mundo, al tiempo que ganaban enorme predicamento las tesis económicas keynesianas, recomendando un activo dirigismo gubernamental del dinero y el crédito mediante los bancos centrales. En EEUU esa receta provocó la Crisis de 1929, que se extendió a casi todo el orbe. Pero los colectivistas se negaron a admitirlo, y le echaron las culpas al “capitalismo individualista”.

Así en los ’30 los anticapitalistas más violentos tomaron el poder en todas partes: nacional-socialistas en Alemania, fascistas en Italia, falangistas en España, y “Newdealers” en EEUU, con Franklin Delano Roosevelt. Igual aconteció en otros países. Pero como los socialistas se llevan muy mal entre ellos, se desató la II Guerra Mundial, entre camisas rojas, pardas, negras, azules y blancas.

Desde 1945, EEUU ha seguido un rumbo típicamente socialista, con pocos muy retrocesos, por desgracia imitado en casi todo el mundo. Ahora vemos las crisis económicas y malas consecuencias en EEUU, en Europa y en el planeta. Sin embargo, al igual que en los ’30, ahora también las culpas se echan sobre “el capitalismo salvaje”.

Pero, ¿diremos que EEUU es un país capitalista todavía? El Informe sobre Dependencia del Gobierno (Fundación Heritage), nos dice que en 2009 unos 64.3 millones de personas dependían del Estado -o sea de los contribuyentes- para sus gastos de vivienda, alimentos y atención médica. Y el sector productivo no da para tanto: a partir de 2015, el Seguro Social no tendrá dinero para pagar todos los beneficios prometidos a todos. Hay que añadir los “rescates” económicos a empresas irresponsables; los gastos de las agencias federales entrometidas en cada vez más aspectos en la vida privada, hasta en mínimos detalles; el enorme costo de las becas universitarias; el socialismo agrícola que subsidia cultivos antieconómicos; las crecientes filas de gentes que se creen con derechos a toda clase de beneficios supuestamente ”gratuitos”; y por fin, la captura por el Gobierno Obama de todo el sistema de atención médica y hospitalaria. La Dependencia creció un 13.6 % en 2009. Las variables que más se elevaron fueron la salud y asistencia social, en un 22 %; los servicios rurales y agrícolas, 20 %; y la Vivienda, 15 %. El Índice ha crecido un 49 % desde el 2001. Se inició en 1962, y se ha incrementado más de 14 veces en los 47 años hasta 2009.

Lo dramático es que las personas mantenidas, que no pagan impuestos federales sobre ingresos, y no son dependientes de alguien que lo haga, crecieron del 14.8 % en 1984, a un 43.6 % en 2008, según el IRS. En 1984, 34.8 millones de usamericanos no pagaron impuestos; y en 2008, 132.5 millones. La adicción al dinero gubernamental desestimula el incentivo a pagar los impuestos, erosiona el espíritu de autosuficiencia y superación personal, y detiene el impulso de las organizaciones voluntarias de ayuda privada, mucho más eficientes que el Estado, por la cercana relación entre donantes y recipientes, lo cual permite un efectivo seguimiento de los segundos por los primeros.

Por otro lado, la población Gobierno-dependiente es una carga ruinosa para las finanzas. Se prevé que la deuda pública en EEUU será igual al 100 % de su PIB en 2015, a menos que se reduzca el déficit en al menos 12 % del PIB. Ahora la deuda es de unos 14,3 trillones de dólares; pero hace 30 años era 14 veces menor. La deuda de EEUU es más de un tercio de la deuda total en el planeta; y si la dividimos por el número de hogares usamericanos, cada familia debe 125 mil dólares. En el lapso 2007-2010 el PIB creció apenas un 4,26 %, mientras la deuda nacional creció un 61 %. Y en 2010, el FMI clasificó a EEUU en segundo lugar entre los países que deben reducir su déficit estructural, o de otro modo arriesgarse a un desastre financiero.

El Capitalismo funciona

En China, hace medio siglo, los desastrosos excesos del “Gran Salto Adelante” (1958) y de la “Gran Revolución Cultural Proletaria” (1966) fueron de muchas miserias, con la colectivización compulsiva y la industrialización a la fuerza, las persecuciones, violencias y crueles guerras internas, el aislamiento del mundo, las hambrunas gigantescas, y las terribles represiones de los Guardias Rojos. A la muerte de Mao en el año 1976, siguió una tormentosa lucha por el poder, de la cual emergió el Camarada Deng Xiao Ping, en el año 1981, con su política de “un país, dos sistemas”. ¿Cuáles? Comunismo y Capitalismo.

Y en menos de 30 años (¡!) China se hizo una potencia económica, la tercera del mundo por su PIB, gracias a las ciudades y territorios llamadas “Zonas Especiales”, con economía en gran parte libre. En 2006, y sin contar Hong Kong ni Macao, China adelantó a Italia en PIB, y luego a Francia e Inglaterra. El PIB chino es hoy de U$S 2.228.862 millones, y el crecimiento es del 11,3 %. En marzo de 2007 se reconoció el derecho a la propiedad privada para todos mediante ley, por primera vez en la historia del país, tras 13 años de debates. Aunque la medida no afectó a las tierras rurales, aún colectivizadas y cedidas en usufructo por el Estado a los campesinos. Por eso la estructura económica de China no está muy equilibrada. La agricultura aporta el 10 % del PIB pero con el 43 % de la población activa; es una productividad muy baja.

El proceso fue gradual. Hong Kong y Macao fueron descolonizadas con las nuevas condiciones. Las Zonas Económicas Especiales fueron creadas en 1980. Primero en las ciudades de Shenzhen, Zhuhai y Shantou en la provincia de Guangdong; y Xiamen en la de Fujian. Casi todas áreas pequeñas y cercanas a Hong Kong, Cantón y Macao. En 1984 se amplió el sistema a otras 14 ciudades, y en 1988 a la isla de Hainan, un territorio completo. En 1990 al distrito rural de Pudong, en Shanghai, y desde entonces el modelo se va adoptando en otras ciudades, no sin dificultad. Pero los avances son indiscutibles. La apertura de las áreas costeras les ha permitido crecer al 10 % anual o más. Aún las regiones del interior, predominantemente rurales, e inmersas en el pleno comunismo, se han beneficiado directa o indirectamente de este progreso, con tasas más modestas, en torno al 7 %.

Este despegue abre una brecha entre los dos países, el de la costa y el interior, como no puede ser de otro modo; pero al menos los chinos (y nosotros) podemos saber a ciencia cierta cuál sistema funciona, y cuál no sirve. Así que podemos hacer una escogencia informada.

II. CONCEPTOS BÁSICOS

República y Estado de Derecho

Un verdadero Estado de Derecho es más que Democracia: es una “República”. La meta, objetivo y fin último de nuestra propuesta, es una República para el Perú. Pero hay que distinguir conceptos.

Derecho es la materia relativa a la Justicia; y “Estado de Derecho” es un Estado de Justicia. No es un mero Estado “de Legalidad”, donde las mayores injusticias, iniquidades y disparates jurídicos se cometen a diario, revestidas todas de formalidades y aún solemnidades legales.

¿Y qué es “Justicia”? Es reconocer a cada quien lo suyo, y nada más que lo suyo. Reconocer lo suyo a la verdad, en primer lugar. Mentir o engañar es falsear a sabiendas la realidad de las cosas; es faltar a la verdad, pero también a la Justicia, por no reconocer a la verdad lo suyo. Hay que describir la realidad como es, objetivamente, y no de otra manera.

Justicia es también reconocer las esferas respectivas del Estado y la sociedad civil: cuáles funciones y actividades son del Estado, y cuáles son propias de la sociedad civil; y por tanto, cuáles poderes y atribuciones corresponden a uno y otra, y cuáles recursos.

División de poderes

Una República se basa en el principio de separación de lo público y lo privado. El Estado no debe usurpar poderes, funciones, actividades, libertades ni recursos de la sociedad civil. Entre ambas esferas debe haber una división de poderes, y no sólo entre las tres ramas u órganos del poder estatal. La República es antes que nada un Acuerdo de partición de poderes, competencias, prerrogativas y responsabilidades entre el Estado y las esferas privadas.

1) Por un lado, tenemos las instituciones voluntarias en las esferas privadas: familias, empresas, escuelas e iglesias, etc., encargadas cada cual de sus funciones propias: las familias para criar y educar a los hijos; las empresas para producir bienes y servicios; las agencias educativas para enseñar; y las iglesias para la religión, y asimismo para educación también, y obras de beneficencia. Para estas funciones no se requiere fuerza ni monopolio; por eso corren a cargo de las instituciones naturales y/o voluntarias, organizadas en forma descentralizada, con libre, abierta y sana competencia entre distintos oferentes, y a base de precios o donativos, voluntarios.

Se reconocen entonces cuatro instancias privadas de primera importancia: familia, empresa, escuela e iglesia, que son anteriores y por ende no inferiores al Estado, sino iguales en soberanía, basadas en el primado del individuo sobre el colectivo, en la propiedad privada, y en los arreglos voluntarios expresados en los contratos.

2) Por otro lado tenemos las instituciones del Estado, que es “el monopolio legal de la fuerza”, en la esfera de lo público, encargadas de la seguridad, la justicia y las obras públicas a base de impuestos, comenzando por los municipios. Para aplicar la fuerza, la justicia y la prudencia requieren que las instituciones públicas sean divididas primero de modo vertical, en un orden federal, organizadas jerárquicamente, de abajo hacia arriba, a partir de los gobiernos municipales, el nivel inmediato y por ello de mayor importancia. De allí a los niveles regionales intermedios, y por último al nivel central de cada nación.

Principio cardinal es que las relaciones entre personas e instituciones privadas se rigen por normas establecidas en sus contratos y sociedades, de los cuales son sus propietarios. Y los jueces estatales intervienen sólo en casos de violencia, coacción y/o fraude; o en casos de conflicto o desacuerdo, a solicitud de parte agraviada. Esto significa dar prioridad como fuente del Derecho al contrato sobre la ley, excepto violencia o estafa.

Otro principio es que en todo nivel y no sólo en el central, las instituciones estatales deben ser divididas también horizontalmente, entre los tres órganos o ramas: el poder judicial independiente; el poder parlamentario, deliberante y de control; y el poder ejecutivo.

Las leyes

En una República, las leyes son normas y pautas generales de justicia objetiva, conocidas desde hace siglos en Occidente, y registradas en los primeros libros de la Biblia, las leyes romanas y el derecho anglosajón, que han sido refinadas y codificadas a través de muchos siglos y culturas. Versan sobre varias clases de asuntos:

1) Sobre los derechos respectivos de ciudadanos, extranjeros residentes y Gobiernos; y sobre el ejercicio de las funciones públicas: constitución, organización y desempeño de los “tres poderes del Estado”, normas establecidas en la Constitución; 2) sobre los tres derechos humanos a la vida, libertad y propiedad, y los delitos o atentados a los mismos, como por ej. homicidio, secuestro, robo, fraude; y las obligaciones de restituir o compensar, y en su caso otras penas, en las normas del Código Penal; 3) sobre las personas y el ejercicio de estos mismos tres derechos en la familia, el trabajo, los negocios y demás actividades privadas, con los modelos de los contratos más comunes, como por ej. compraventa, locación, servicios, sociedad, etc., reglas establecidos en el Código Civil y en el de Comercio; 4) sobre la actuación ante los Juzgados, Cortes y Tribunales de Justicia, reglas dispuestas en los Códigos de Procedimientos; 5) sobre el desempeño de las Agencias del Poder Ejecutivo, normas fijadas en las reglas de Derecho Administrativo.

Estas normas mínimas se inspiran en ciertos principios, y se dirigen a asegurar ciertos valores en la vida social, principios y valores asociados con las libertades, la propiedad y los contratos. Estas leyes hicieron posible la civilización occidental, y “la riqueza de las naciones”.

Pero desde hace unos 50 años, influidos por la mentalidad evolucionista, en todos los países del mundo se ha pensado que el progreso humano requiere otro tipo de leyes para complementarlas, o aún peor, para reemplazarlas. Y fallamos, porque las nuevas leyes se inspiran en otros principios contrarios, y aspiran a realizar otros valores, como el igualitarismo, o la igualdad mal entendida.

La naturaleza de las cosas

La naturaleza humana no ha cambiado; y el homicidio sigue siendo homicidio, y el robo es todavía robo. Igual es con los contratos de alquiler sobre inmuebles, las compañías o sociedades comerciales, con el dinero, las operaciones de crédito y los bancos, y con el Estado. Por esa razón, las normas generales conocidas desde las tribus de Israel, Roma, el Imperio romano y los pueblos anglosajones, no han perdido validez con el tiempo, ni con los adelantos técnicos y progresos de la civilización.

Es al contrario: adelantos y progresos fueron posibles porque esas leyes, con sus principios y valores, fueron respetadas; y ahora la civilización está en peligro por no respetarlos. Estas leyes perdieron vigencia, al ser reemplazadas por otras, que han pretendido cambiar la naturaleza por ej. del dinero, de los bancos y negocios, y del Estado y sus funciones. Esas nuevas leyes nos han traído la recesión global de los mercados que hoy sacude a bancos y bolsas de valores en Europa y EEUU, la decadencia de las Universidades y la educación formal, del ejercicio de oficios y profesiones, la confusión en las Iglesias cristianas, la carencia de valores, y otras crisis que ponen de manifiesto severos retrocesos en el progreso cultural, educativo y civilizatorio.

El Parlamento

Un Congreso no es para hacer leyes todos los días, mucho menos sobre materias que han de regirse por normas contractuales, sino principalmente para autorizar los impuestos y los gastos del Estado, y para controlar al Gobierno, principalmente en su rama Ejecutiva, a través del Presupuesto Fiscal y su proceso de realización. Las leyes son generales y están codificadas, ya existen, para proteger los tres derechos humanos legítimos: a la vida, libertad y propiedades de las personas. Y los jueces se encargan de investigarlas y declararlas aplicables en cada caso; por eso su poder se llama “jurisdiccional”.

Son aspectos secundarios si el régimen gubernativo es Parlamentarista, o es Presidencialista, o mixto; si hay o no un rey coronado como en Inglaterra, Holanda, Bélgica o España, o un Presidente; también si hay en el Parlamento una sola Cámara, o dos o aún tres; o si los diputados representantes a la o las Cámaras se escogen por lista o de otra forma. No es asunto de dogma. Son cuestiones prudenciales, a decidir según el caso y conveniencia, no hay principios de validez absoluta o universal.

También es aspecto secundario, y depende de la voluntad y acción espontánea de la gente, si hay dos partidos políticos, o tres o cuatro, o muchos más, puesto que los partidos son instituciones voluntarias y privadas, enteramente separadas del Estado, que no debe autorizarlos, gobernarlos, controlarlos ni subsidiarlos. Igual es con las iglesias y congregaciones religiosas.

El Poder Judicial

Es la principal rama del Gobierno en una República, encargada de administrar la justicia pública caso por caso, tratando con la violencia y el fraude en las relaciones entre las personas e instituciones, y los conflictos, resolviendo sobre derechos y no sobre intereses, acerca de los cuales resuelven los mercados.

Pero en las cuatro esferas privadas hay también justicia privada, como fuero voluntario, p. ej la autoridad de los padres en la familia; las cortes arbitrales en el comercio y los negocios; los tribunales examinadores en la educación, y de calificación en profesiones como la medicina; y los regímenes disciplinarios en las iglesias y los partidos. La administración privada de justicia que existe incluso hoy, es un implícito reconocimiento a la soberanía de estas esferas, como debe ser.

1) Principio cardinal es la justicia llamada restaurativa o compensatoria cuando un verdadero crimen se comete, según el modelo bíblico: centrada en la víctima y no en el victimario. No es para castigo del culpable, como en la justicia meramente punitiva; ni para su “regeneración”, como en la justicia de tipo humanista y romántica; el objetivo es obligar al transgresor a reparar el daño causado, en tanto sea esto posible, de preferencia restaurando a su víctima a la condición anterior al crimen, o dando compensación a ella o a sus deudos, cuando esto no es posible.

2) Segundo principio es la justicia “preventiva”: si hay fundadas razones para suponer “peligrosidad”, es decir: reincidencia probable, entonces y sólo entonces se pone en la cárcel al victimario, y esto en resguardo de las víctimas eventuales o potenciales; pero sin que cese su obligación moral y legal de restaurar o compensar a las víctimas actuales, y sin cargar sus gastos a los contribuyentes, para lo cual la cárcel ha de ser, antes que nada, un lugar seguro de trabajo productivo.

3) Cuando no se comete un crimen sino que hay un desacuerdo, entre particulares, o entre Gobierno y particulares, el fin de la justicia no es restituir ni compensar, tampoco prevenir, sino ayudar a los implicados para llegar a una solución justa.

Tras estos criterios, cabe sopesar prioridades entre las diversas fuentes del Derecho: la ley, la jurisprudencia de jueces y tribunales, la doctrina de los tratadistas, la costumbre establecida, etc. Hay dos sistemas: 1) El anglosajón que brinda mayor libertad al juez, y más importancia al precedente judicial establecido con firmeza en sentencias anteriores, a la doctrina, y a la costumbre evidenciada los contratos y prácticas. 2) El continental europeo, que da menor libertad al juez, y más peso a la ley. El primero es más afín al pensamiento liberal, pero esta es otra cuestión prudencial, no de dogma; siempre que la ley sea una norma o pauta de justicia objetiva limitada a su función: proteger la vida, libertad, propiedades y contratos.

La ley no es para entrometerse en asuntos privados donde no hay violencia, coacción ni fraude, y cuando los particulares pueden resolver sus desacuerdos por sí mismos. La mal llamada justicia “social” (la verdadera justicia es social de por sí) es una gran injusticia, porque es quitar a unos lo suyo por la fuerza, para supuestamente dar a otros, tomando su parte de león el intermediario político.

 El Poder Ejecutivo

En una República, el Ejecutivo es sólo para: 1) proveer a la idónea defensa nacional, mediante las Fuerzas Armadas, y 2) brindar a los nacionales representación eficaz en el exterior, mediante las funciones diplomática y consular; 3) garantizar suficiente seguridad a personas y bienes, mediante la fuerza policial; 4) pagar sueldos y salarios a los jueces y funcionarios de la justicia; 5) encargar las obras públicas de infraestructura, para ello contratando y pagando a las firmas constructoras y de mantenimiento, en calidad de contratistas; y 6) recolectar los impuestos autorizados a estos fines. Todo bajo la vigilancia del Congreso.

Por eso en una República hay lugar sólo para siete Ministerios: 1) Defensa nacional, para seguridad y defensa de la nación. 2) Relaciones Diplomáticas y Consulares, para ayudar a los nacionales a superar trámites burocráticos en el extranjero; no para firmar acuerdos burocráticos con Gobiernos y entes inter-estatistas, que convierten en “leyes” inconsultas y abusivas. 2) Interior, para seguridad y defensa de sus residentes. 4) Justicia, para pagar a las cortes y a los jueces, no para interferir en sus decisiones. 5) Obras Públicas o de Infraestructura, para las autopistas, vías públicas y caminos, puentes, embalses y represas, puertos y aeropuertos, etc. 6) Ayuda Social, que proponemos para la administración de bonos o cupones, a fin de costear la educación, la atención médica y los planes previsionales a los más pobres, durante la etapa de transición, identificando a los beneficiarios elegibles por visitas y encuestas; y para el reembolso en dinero a las empresas e instituciones educativas, de salud y previsionales libremente escogidas. 7) Hacienda Pública, para administración del Tesoro.

No hay lugar para un Banco Central, con el monopolio para crear dinero “de curso legal”, imprimiendo billetes sin límite para sufragar los cuantiosos gastos estatales, y obligando a la gente a usarlos, a la fuerza, aunque pierdan su valor. Hay libertad monetaria, moneda sana. Tampoco se concede a los bancos el “encaje legal”, privilegio de prestar dinero en cantidades varias veces superiores a sus reservas y depósitos, inflando los medios de pago circulantes. Hay sistema de banca con reservas al 100 %. En consecuencia: no hay inflación.

En una República, a los ciudadanos y a las familias caben las decisiones sobre su economía, su educación, su religión, su cultura, y su ética y moral. Por tanto en una República no hay lugar para “Ministerios” abusivos, siniestros o ridículos, y siempre costosos, tales como los de Producción, de Planificación, Trabajo, Empleo, “Solidaridad” (o Bienestar), Economía y Finanzas, Agricultura, Pesca, Energía, Petróleo, Minería, Comercio e Industria, Comercio Exterior, Turismo, Deporte, Religión o Culto, Educación, Cultura, Universidades, “Principios y Valores”, Arquitectura y Bellas Artes y Letras, Ciencia y Tecnología, Transporte y Comunicaciones, Vivienda, Construcción, etc. Tampoco hay Ministerios de Información, Prensa, Salud, Diversiones, Matrimonio, Familia, Mujer, Varón, Niño, Adolescente, Anciano, etc. Ni hay lugar para suscribir Tratados, Acuerdos, Convenios y Protocolos internacionales que nos imponen estas políticas, y nos apremian a establecer agencias estatales, que desde su nacimiento son apéndices de las Organizaciones mundiales.

¿Qué proponemos? En apretada síntesis: avanzar hacia el capitalismo liberal desde las ciudades y regiones, comenzando por las áreas geográficas cuyos residentes escojan este sistema para vivir y convivir. En las regiones escogidas, y a título de prueba, tendrían un período de vacación legal las leyes malas, entre ellas las que nos imponen estos “ministerios” y sus inicuas decisiones, que nada tienen que ver con la genuina acción pública, en el interés público o general. Por consiguiente en las zonas no estatistas desaparecería la jurisdicción e imperio de estas oficinas burocráticas. Y para la transición, proponemos un sistema de tres series de cupones o “vouchers” para los más pobres, en tres renglones: educación, atención médica, y jubilaciones y pensiones.

Esto nos lleva al tema de la soberanía.

La Soberanía

No es igual en una República que en el estatismo. 1) En la República, el Estado no es un dios. Es sólo una agencia pública para proveer defensa, justicia y obras de infraestructura, gobernado por sus poderes Judicial y Ejecutivo (el segundo a menudo se llama “Gobierno”), financiada por impuestos a los contribuyentes, y controlada por el Congreso, que en su nombre y representación administra el Presupuesto Fiscal. El Estado interviene en la vida privada, pero sólo cuando hay un verdadero crimen, por ej. homicidio, robo, agresiones, fraude, etc.; y también cuando es requerido por particulares que no pueden resolver sus pleitos. Pero interviene a través del Poder Judicial (o sea el “Gobierno de los Jueces”), y en base a las leyes de derecho ordinario o común (o sea el “Gobierno de las Leyes”).

Por eso el Congreso es quien gobierna en última instancia el país, porque es autorizado para sancionar leyes; aunque no todos los días, ni por miles, acerca de toda materia y asunto. Eso es lo que se llama una “República”, y antiguamente Res Publica Christiana.

“Soberanía” se llama a la potestad de decidir en última instancia, sin apelación. Si la soberanía -que es limitada, como toda humana soberanía- reside en el pueblo, entonces la República es democrática: la mayoría popular elige las autoridades, y decide por elecciones y referendos. Si la soberanía no reside en el pueblo –¿quizá porque es incapaz de ejercerla, y hace dejación o descuido de sus deberes y responsabilidades?- entonces eso no es una Democracia, y probablemente tampoco una República.

2) En el estatismo, el Estado es una inmensa maquinaria burocrática, económica, ideológica y de adoctrinamiento, política y militar, gobernada por el Ejecutivo, y controlada por nadie. Sus jefes y funcionarios sirven a toda clase de intereses privados, los cuales contribuyen al financiamiento del sistema de manera soterrada, a veces obligados, a veces no. Y sus “legisladores” se entrometen en las esferas e instituciones privadas, decretando para todas y cada una de ellas miles de reglamentos y ordenanzas administrativas, con el nombre de “leyes” especiales.

Eso no es una República, y quizá tampoco es una Democracia, pues a menudo los “soberanos” son otros que el pueblo; son las dos oligarquías.

El Gobierno es el Congreso

Sea cual sea el sistema, desde el Ejecutivo se gobierna el Estado; pero desde Parlamento y mediante las leyes se gobierna en realidad un país. Y desde los Tribunales, también. Porque las leyes disponen sobre las relaciones humanas: entre marido y mujer, padres e hijos, tenderos, comerciantes y clientes, finqueros y colonos, industriales o empresarios y obreros, bancos y depositantes o prestatarios, empresarios y empleados, socios, inquilinos y arrendadores, etc. Y son los jueces quienes gobiernan esas relaciones humanas individualmente, cuando intervienen y juzgan, en base a lo dispuesto en esas leyes.

¿De qué forma se gobierna un país desde el Congreso? Depende: 1) En la República se gobierna con arreglo a criterio racional de justicia: con leyes nada más que para proteger los tres únicos reales y verdaderos derechos humanos, respetando el carácter estrictamente privado de las anteriores relaciones, reguladas por los contratos entre las partes involucradas. Los jueces están para aplicar esas leyes generales a los casos particulares. 2) Bajo el sistema estatista en cambio, el Congreso gobierna con arreglo a criterios estatistas e intervencionistas, sean mercantilistas o socialistas.

Pero siempre el Congreso gobierna al país, mal o bien, por acción u omisión. En el Congreso está el pueblo soberano representado, para controlar al Ejecutivo. Por eso un congresista es tan importante como el Presidente de la República. Y el Presidente del Congreso aún más.

En cambio desde la Presidencia de la Nación se gobierna un Estado, mal, bien o regular. Porque el Ejecutivo gobierna a los Ministros y funcionarios, directores, jefes y empleados, oficinas, despachos y empresas estatales, y decide sobre sus contrataciones, sueldos, provisiones etc.

¿Cómo se gobierna un Estado desde el Ejecutivo? Depende: 1) En el régimen liberal, el sector estatal es “público”; y esto, porque en la medida justa y proporcionada de sus limitadas funciones, poderes y recursos, está al servicio público. 2) En el estatismo en cambio, el Estado está enfermo, abultado e inflamado, y no al servicio “público”.

 La Democracia

Hay muchas confusiones. Cabe distinguir entre sufragio activo y pasivo. Hoy en día se entiende por Democracia el sistema de elección de los funcionarios por el voto popular, con sufragio “activo”, que es el derecho al voto, para todos, universal, para cualquiera persona: cualquiera puede votar, sin discriminaciones de tipo alguno. Sin restricciones.

Pero así no fue siempre: antes se consideraba que Democracia era el sistema no discriminatorio en el sufragio “pasivo”, que es el derecho a ser elegido, universal, para todos sin restricciones. O sea sin exclusiones determinadas por nacimiento, riqueza u otras por el estilo.

¿Se justifica el sufragio pasivo universal? Cabe apuntar que incluso hoy, bajo el estatismo, hay restricciones en el sufragio pasivo, para cubrir ciertos cargos. No hay democracia total o “pura”, porque ciertas autoridades como por ej. jefes de las fuerzas militares y policiales, funcionarios diplomáticos y consulares, y magistrados judiciales no son elegidas por el voto popular. Siendo estos los cargos propiamente “públicos” según el liberalismo clásico, son ahora cubiertos por capacidades, méritos y antecedentes; no elección del pueblo. Ocurre igual con cargos impropiamente públicos, tales como Directores de Escuelas, Colegios, Universidades, Hospitales y otras agencias estatales.

¿Se justifica el sufragio activo universal? Los criterios han cambiado en la materia. Antes se veía como poco democrático que quienes pagaban más impuestos tuvieran igual voto que quienes menos contribuían, o no aportaban nada. Por razón de justicia contributiva, el voto se calificaba según la contribución de cada quien, discriminación que fue posible cuando los impuestos eran directos, pero se acabó con la introducción generalizada de los gravámenes indirectos. También se veía poco democrático el voto para los analfabetos, fácilmente manipulables; pero la eliminación de esta limitación sirvió de pretexto para usurpar el Estado el rol de educador. Y se pensaba como poco democrático el voto para los jefes y empleados públicos, por el conflicto de intereses, y se impuso una restricción, que se terminó cuando los Estados usurparon toda clase de funciones económicas, educativas, médicas y de asistencia, contratando nutridos ejércitos de gerentes y ejecutivos, maestros y profesores, médicos, enfermeras y un sinfín de gente a sueldo y dependiente.

Lo innegable es que la Democracia se desnaturaliza con el estatismo. No es de Justicia que las mayorías puedan imponer la fuerza del número para incrementar los impuestos. O para aumentar las facultades y poderes de los funcionarios en la concesión de privilegios monopolistas a determinados sectores específicos, sean minoritarios o mayoritarios, no importa su cantidad. En el primer caso es a costa del contribuyente de impuestos; en el segundo es a costa del consumidor, del comerciante o del productor en los mercados. Así la democracia se hace un robo por poder, equivalente a un asalto a mano armada y en gavilla.

Pero en lugar de decretarse restricciones al ejercicio del voto, lo que proponemos es suprimir el estatismo. Es de Justicia. De cualquier forma, es discutible el otorgar el voto a todos los funcionarios públicos, o a los que reciben empleos, contratos o favores de los Gobiernos; incluso a los beneficiarios de las tres series de cupones (“vouchers”) que proponemos para los más pobres.

Municipalismo y federalismo

Una República incluye un Estado más liviano y ágil, menos totalitario, autoritario, y mucho más económico; es decir, con mucho menores cargas reglamentarias y tributarias. Pero que es federal en su configuración y constitución.

Cabe entonces la pregunta, que mucha gente hace: ¿qué pasaría en una República, si ciudadanos de ciertos Municipios y aún ciertas regiones, siguiendo orientaciones anti-liberales, escogen para sus gobiernos locales un modelo estatista, con todas sus Agencias o ministerios, reglamentaciones e impuestos, mucho más reglamentarista y más costoso?

La respuesta es: no pasaría nada en un régimen descentralizado o federal, pues ellos solos lo soportarían y pagarían, en sus circunscripciones locales; pero no así los demás, que no estarían obligados a la fuerza, les guste o no, como ahora.

La que cabe entonces es la pregunta opuesta: ¿qué pasaría si incluso bajo la Constitución actual, los ciudadanos de ciertos Municipios y aún ciertas regiones de una República siguen criterios liberales, y escogen para sus gobiernos locales un sistema no estatista, no reglamentarista y menos costoso?

Hoy no sería esto ni siquiera posible; pero debería serlo. La respuesta es: no pasaría nada, simplemente ellos lo disfrutarían pagando lo justo; pero no así los demás.

En ese federalismo se inscribe lo que llamamos “la vía china” de transición al capitalismo liberal para el Perú y América latina.

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